AVES QUE NOS SON PROVECHOSAS
Después de ver que los hombres han logrado domesticar a los caballos y bueyes, los camellos y elefantes, y otros muchos animales salvajes, no nos puede causar extrañeza que hayan hecho lo mismo con las aves llamadas domésticas. Las gallinas, los pavos y los patos son aves tan comunes, que apenas se concibe sin ellas el corral de una granja o cortijo. No obstante, estas aves descienden de otras que un día fueron tan salvajes como el águila.
Entre las aves de corral ocupan un lugar preferente las gallinas. Su contribución a la alimentación humana es de excepcional importancia, y durante muchas centurias han existido criaderos de estas aves en todos los países del mundo. Su carne y aún más sus huevos constituyen parte indispensable de la alimentación de muchos pueblos. Es raro el campesino que no dispone de algunas decenas de gallinas, e incluso muchos habitantes de zonas suburbanas crían las necesarias para poder proveer a las necesidades de su hogar. Aparte de estos modestos criadores, las gallinas son objeto de explotación en grandes y bien montadas granjas.
Las modernas explotaciones avícolas, entendiendo por tales las dedicadas a la producción intensiva de pollos y huevos y a su amplia distribución, empezaron a desarrollarse hacia 1800, y siguen aún en auge.
Muchas granjas se dedican también a la venta de pollos seleccionados de un día. Se venden con la garantía de que están libres de enfermedades y de que pertenecen a una raza bien caracterizada. A veces, los compradores están interesados en adquirir gallinas muy ponedoras, y en otras ocasiones prefieren aves notables por la corpulencia que alcanzan; en fin, no son pocos los que optan por gallinas grandes y ponedoras.
La creación de cámaras eléctricas que permiten la incubación artificial hace años que revolucionó por completo esta industria al abrir posibilidades prácticamente ilimitadas. Son famosas las denominadas incubadoras Mamut, capaces de contener muchos miles de huevos.
Parte fundamental de esta industria es la rigurosa y sistemática selección de los huevos que han de incubarse. Por este procedimiento, y también mediante acertados cruzamientos, se han creado razas de extraordinaria capacidad reproductora. Antes, una gallina que ponía 100 huevos al año se consideraba como muy buena, pero actualmente hay gallinas de razas seleccionadas capaces de dar 200 y 250 huevos por año. Sin embargo, 120 a 150 huevos por ave y por año pueden considerarse como una producción satisfactoria.
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