Los faisanes se aclimataron en Europa occidental hace más de mil años


Los faisanes son, dentro de su orden, las aves más hermosas que existen. El macho es un animal bellísimo; posee una cola espléndida, de unos 45 centímetros de longitud; cuello lustroso y cabeza parda y verde, bordeada de amarillo, y con reflejos verdes, azules y anaranjado subido. La hembra no tiene tan brillante plumaje, ni una cola tan prolongada; esto es una suerte muy grande para ella porque cuando se ve perseguida muy fácilmente se confunde con la maleza, en la cual permanece agachada, sin ser descubierta. Si le matan a su compañero, al punto se agrega a la familia de otro, pues los faisanes son polígamos.

El faisán ordinario fue aclimatado en las regiones de Europa occidental hace mil años; además, se conservan en muchos parques ejemplares de otras razas de tan soberbias aves. Todos estos faisanes pueden verse en los parques zoológicos y en algunas regiones de América, pues también se han aclimatado en el Nuevo Continente; sobre todo el faisán de Mongolia, del cual se soltaron parejas, abunda hoy día en Norteamérica, en estado salvaje.

A juicio de algunos naturalistas, el ave fénix, que, según suponían los antiguos, visitaba a Egipto solamente una vez cada 500 años, era en realidad un faisán dorado. Se creía que el ave fénix se sacrificaba a sí misma, quemándose sobre una especie de ara, y que luego resurgía de sus cenizas. Lo que induce a suponer que era dicho faisán es que al ave fénix se la llamaba en la antigüedad “el ave de pelo dorado”, pues las plumas del faisán dorado semejan, en efecto, una cabellera de oro. Esta especie de faisán es una masa brillante de color carmesí y oro. Si los antiguos veían de tarde en tarde esta ave es muy probable que la tomasen por el ave de dorados cabellos, de sus leyendas.

La belleza del faisán dorado, originario de China, hace que se lo estime como ornamental. Posee un hermoso mechón dorado brillante y un collarín rayado en oro y negro; lomo verde y amarillo, garganta rojo azafrán y cola con bandas negras. Este faisán tiene, en cuanto a belleza, un poderoso rival en el faisán plateado; pero el primero es mucho más manso que el último. El faisán plateado, originario asimismo de China, también se aclimata en nuestros países; es el ejemplar más feroz de la familia y, a pesar de ser más pequeño que el robusto faisán ordinario de Europa occidental, vence a todos los otros. Su cabeza y la parte inferior de su cuerpo están cubiertas de suave plumaje renegrido. Un toque de elegancia es el copete negro que cae sobre su cuello. Las largas plumas de su cola son blancas, lo mismo que las del lomo, pero estas últimas están estriadas de finas rayitas negras. Parece a primera vista que los faisanes rojos de China occidental deberían ser los más belicosos, pues poseen nada menos que cuatro pares de espolones en sus patas de color coral; pero no es así, el faisán plateado los domina con cierta facilidad.

El número de las especies de faisán es sorprendente. Existe uno, llamado tragopán, y también napal y faisán cornudo, de color escarlata bellísimo, que posee unos cuernos carnosos, azules, sobre los ojos. Hay otro, de tamaño pequeño, llamado monal, dotado de vistoso plumaje y con un moño de plumas en la parte superior de la cabeza. Ambas especies viven en las montañas selvosas de Asia. Dos especies de faisanes, con manto o dorso escarlata, tienen las plumas del lomo del color mencionado, en tanto que sus hembras son negras, con reflejos de púrpura y azul acerado. En Asia central y oriental existen faisanes orejudos, llamados así porque poseen unos penachos de plumas largas que les cubren y protegen los oídos. Tienen estos animales largas colas caídas, en forma de abanico, que recuerdan en su contextura la del pavo real. El más extraño de todos es, tal vez, el faisán de Amherst, pariente muy cercano del faisán dorado, que tiene una especie de esclavina de plumas que le arranca del pico y le cae hacia atrás, hasta la base del cuello. Posee una cola extraordinariamente larga, la cual, al ir arrastrando detrás del ave, semeja una serpiente de plumas. Cualquiera que sea el país en que vivan, los hábitos de todos los faisanes son muy semejantes. Los del occidente de Europa ponen muchos huevos, en nidos que fabrican groseramente en la tierra. Los encargados de su custodia los cogen y se los ponen a una gallina clueca, la cual los incuba. Los faisanes pequeñitos se crían como si fuesen pollos ordinarios, cuidando sus guardianes de alimentarlos hasta que pueden volar, época en que dejan los gallineros y se marchan a los bosques, donde buscan sus parejas, y duermen en las ramas de los árboles, aunque no se olvidan de acudir cuando oyen la voz del guardabosque que los llama para echarles la comida. Pero, al fin. si su dueño es un hombre cruel y perezoso, demasiado holgazán para ir a buscarlos él mismo, prepara lo que se llama una batida. Acosadas por los perros, vense estas aves obligadas a volar por encima de aguardos, donde las esperan ocultos numerosos cazadores, armados de escopetas. Después de haberlas criado y alimentado por espacio de tanto tiempo, las matan sin compasión, y los tiradores se vanaglorian del número de piezas que han derribado.

Vamos a tratar ahora de otras gallináceas, pertenecientes a la familia de las tetraónidas, entre las que figuran los tetraos, las bonasas y los lagópodos. El lagópodo denominado tarmigán, llamado erróneamente perdiz nival, es un ave de unos 35 cm de longitud, con el plumaje de verano de tono gris jaspeado de negro, el que en invierno se vuelve blanco. Tiene las patas y los dedos cubiertos de plumón blanco, lo que les da una curiosa semejanza con las patas de la liebre, de donde se ha originado su nombre. Habita en los países septentrionales de Europa.

En las Islas Británicas abunda el lagópodo rojo o escocés, especie distinta del anterior que se diferencia de ésta porque no cambia de coloración, y que no suele encontrarse en ningún otro país. Su color es pardo rojizo, con pintas más claras, y blancas y negras. Estas aves anidan entre el brezo, y se alimentan de los brotes de esta planta y de otros vegetales, semillas, etc. Ampáranlos las leyes, y la mayoría de ellos son cuidados y protegidos en la estación del celo por los guardabosques de las grandes heredades, a fin de que, cuando llegue el otoño, puedan cazarlos sus dueños o arrendadores. La época de la caza de estas aves, es ocasión de gran regocijo entre los ricos propietarios rurales de Escocia, quienes invitan a sus amigos a que les acompañen en sus cacerías, por la mañana, y en sus veladas por la noche.