ANIMALES MARINOS ACORAZADOS


A primera vista parece que los animales marinos que viven revestidos de carapacho o metidos en conchas, no ofrecen interés; pero esto solamente puede ser así para aquellos que no se han tomado la molestia de estudiar la vida de estos seres, puesto que estudiándola se ve que son tan interesantes como otros cualesquiera del reino animal. En el presente capítulo trataremos de los crustáceos, o sea de los animales que viven dentro de una cascara o cubierta, como el cangrejo de río o el camarón; y asimismo de algunos moluscos, seres de cuerpo blando, provistos de concha, como la almeja y la ostra. La jibia también es un molusco; pero tratamos de ella en otro lugar de este libro. Tenemos además los gasterópodos, clase en que se incluyen las diversas especies de caracoles.

Estudiaremos primero los cangrejos. Este grupo, que figura dentro de la clase de crustáceos, comprende especies muy distintas. No todas viven en el mar. El más conocido es el cangrejo de mar común, que es comestible. En este animal se confunden la cabeza, el cuello y lo que en cierto modo podría llamarse pecho; y del conjunto formado por estas tres partes salen las patas, dispuestas en cinco pares. Los cangrejos no presentan siempre esta forma, pues cuando son muy jóvenes difiex-en mucho de sus padres. A partir del momento en que vienen al mundo, desprovistos de patas y pinzas, sufren una serie de transformaciones, conocidas con el nombre de mudas. Se despojan repetidas veces de su cubierta exterior, y a cada cambio de cascara aumenta más y más el parecido con sus progenitores, hasta que se presentan revestidos de un hermoso caparazón, con patas armadas y pinzas amenazadoras, dispuestos a batirse con sus enemigos o a coger los alimentos que apetezcan. Al llegar a este punto, sigue cambiando su tamaño, pero no su forma.

Los cangrejos pequeños, con su armadura completa, han de convertirse en cangrejos más grandes, armados del mismo modo, los cuales, a su vez, han de adquirir mayores dimensiones. Continúan, pues, las mudas, lo que resulta muy incómodo y doloroso para los cangrejos, hasta el extremo de que muchos de ellos mueren mientras están mudando. ¡Qué sería de nosotros, si, mientras crecemos, tuviéramos que salimos de la piel...! Pues eso es lo que tienen que hacer los cangrejos. Cuando su cuerpo se ha hecho demasiado grande para su cáscara, tiene que salir de ésta, o morir. ¿Pero cómo se las componen para salirse de esa cubierta tan dura y tan rígida? La Naturaleza les ha facilitado el medio, lo que prueba, una vez más, la previsión y ordenamiento que reina en ella.