El mantis común o mamboretá, que presta excelentes servicios destruyendo muchos insectos


Veamos ahora otro insecto famoso llamado mantis común, mamboretá o santateresa, con el que nuestros lectores se hallan familiarizados, sin duda, por haberlo visto, unos directamente, otros fotografiado. Aunque puede volar, no persigue por el aire a sus víctimas. Aguarda en las ramas de los árboles o arbustos a que se aproxime a él un insecto, con la cabeza doblada hacia abajo y hacia dentro, y sus dos poderosas y largas extremidades anteriores plegadas y en una postura como de hallarse en oración, de donde proviene su nombre científico Mantis religiosa. Pero en el mismo momento en que una mosca a otro insecto cualquiera se aproxima, las estira de improviso y se apodera de ellos, engulléndolos sin demora. Debemos considerar a este curioso animalito como un amigo del hombre, porque mata y aniquila a un gran número de insectos perjudiciales. Existe en el África oriental una especie próxima al mamboretá que se conoce con el nombre de espectro diabólico, y que posee una coloración maravillosa, de suerte que, mientras permanece en reposo, se lo tomaría fácilmente por alguna vistosa orquídea. Los insectos se aproximan a él, confundiéndolo con una flor, y pasan a] temible estómago del mamboretá de una manera instantánea.

Entramos ahora a tratar otro grupo de insectos, nos encontramos con el cuerpo encorvado de un feroz escarabajo. Si se le aproxima un dedo o un palito, abre desmesuradamente sus poderosas mandíbulas, arquea hacia arriba la parte posterior de su cuerpo y se apercibe a la lucha. Se trata del gran escarabajo errante, al que llaman los ingleses “caballo del coche del diablo”. A pesar de la fealdad y negrura de su cuerpo, de su aspecto amenazador y del repugnante fluido que emite cuando se ve atacado, es uno de los principales favoritos de los agricultores que tienen algunas nociones de historia natural.

El apetito de este coleóptero corre parejas con su incontrastable valor: ataca a todos los insectos, cualquiera que sea su tamaño; de una feroz dentellada de sus vigorosas mandíbulas divide por la mitad las orugas y tijeretas y celebra con ellas un festín. Las babosas y caracoles son para él manjares predilectos, y no desdeña cualquier suciedad que encuentre en su camino. Pertenece este animalito a una extensa familia de escarabajos vagabundos, uno de cuyos individuos suele vivir mimado en los hormigueros, como hemos visto anteriormente. Las hormigas lo conservan dentro de sus viviendas, sin dañarlo, porque les suministra miel.

Hemos hablado ya tanto acerca de los seres que depositan sus huevos en el cuerpo de otras criaturas vivientes, que bueno será que echemos una ojeada sobre los escarabajos que eligen para ello los cuerpos de los anímales muertos. Son éstos los famosos necróforos o escarabajos enterradores. Sólo se presenta ocasión de examinarlos, cuando por casualidad hay algún pájaro, ratón, o cualquier otro animal pequeño, muerto en las cercanías de los lugares donde vive este insecto. Entonces aparecen, atraídos por el olor del animalito que entra en putrefacción, un macho y una hembra, y reclaman para sí el cadáver como si lo hubiesen adquirido a alto precio; y, plegando sus alas, comienzan a cavar inmediatamente.

Si no es apropiado el terreno sobre el cual se encuentra el cadáver, lo arrastran hasta otro lugar más a propósito. Esto exige, naturalmente, esfuerzos considerables; pero estos escarabajos se hallan dotados de poderosas mandíbulas. Empiezan su labor trazando un surco circular, semejante al que describe la hormiga león, dentro del cual señalan después otro, y cavan sin cesar, mientras el cadáver se va hundiendo gradualmente. En cuanto consideran que ha descendido lo necesario, arrojan sobre él la tierra que han excavado, y celebran a continuación un banquete, acabando la hembra por depositar sus huevos en el cuerpo muerto, a fin de que, cuando nazcan las larvas, encuentren al alcance de sus bocas abundante alimento. Después de esto, se marchan.

Desde luego podemos afirmar que no son estos los únicos escarabajos enterradores. El escarabajo sagrado de Egipto hace algo análogo. Este escarabajo presenta una hermosa coloración verde brillante y cobriza. Forma una bola de estiércol y la lleva rodando, empujándola con sus patas posteriores, hasta su agujero, donde se entrega con fruición al placer de devorarla, comiendo sin cesar y sin permitirse descanso durante varios días en algunas ocasiones, hasta consumirla toda. Deposita sus huevos en otras bolas, amasadas también con estiércol, de las cuales salen las larvitas del escarabajo a su debido tiempo. Los egipcios creían que los escarabajos viejos morían al penetrar en la tierra y que los nuevos eran los mismos escarabajos resucitados. Otras muchas tradiciones por el estilo de ésta, se atribuían a estos pequeños insectos, a los que consideraban tan sagrados como el ibis. Rendíanle culto mientras estaba vivo, y, además, lo embalsamaban después de su muerte, de la misma manera que a sus reyes, a pesar de tratarse solamente de un animalito no muy hermoso, que ejerce el humilde oficio de basurero. A todos estos insectos que poseen esta costumbre tan singular, se los denomina escarabajos peloteros.

Para terminar, digamos algunas palabras acerca de otros escarabajos, pues muchos de éstos son amigos beneficiosos, que viven a expensas de orugas e insectos adultos nocivos. La cicindela y el cárabo, por ejemplo, merecen mención especial entre los principales auxiliares del agricultor. Existen, de las primeras, numerosas especies, la mayoría de las cuales habita en los países cálidos. Las de las zonas templadas son bellas y activas, y poseen poderosas mandíbulas y alas. Se alimentan exclusivamente de insectos.

La larva, que es cilíndrica y alargada, vive en galerías subterráneas, por las que sube y baja ayudada por un par de ganchos situados en la porción dorsal. Espera pacientemente en la parte más alta de la madriguera, a que pase cerca un insecto, al que atrapa de inmediato con sus mandíbulas, y lleva al fondo para comerlo. La larva coloca luego los restos no comestibles sobre su cabeza, los transporta hasta la salida de la galería y los arroja lejos con un violento cabeceo. En esta vivienda habita la larva durante dos años, para luego transformarse en adulto.

El cárabo es otro coleóptero muy importante por su trabajo benéfico para el hombre, pues se alimenta de otros insectos, de babosas y de lombrices. En el mismo grupo se encuentra el calosoma, que es en extremo feroz. Este hermoso coleóptero, de color azul oscuro, con élitros de tonos verde, rojizo y dorado, acomete a las orugas y crisálidas de mariposas perjudiciales, tales como la lagarta y la procesionaria, entre las que hace verdaderos estragos. En Estados Unidos de América se han importado, con extraordinario éxito, grandes cantidades de este insecto, para combatir las plagas de lagarta.

Esta lista de los insectos beneficiosos al hombre dista mucho de ser completa. Existen, es muy cierto, millares y millares de insectos que nos son perjudiciales; pero hay al mismo tiempo otro número casi igual de especies que nos prestan muy buenos servicios. Todos podemos ampliar nuestros conocimientos observando personalmente las costumbres de los insectos que habitan en nuestros jardines y otros sitios.