De qué modo algunos cangrejos, al encaminarse al mar, trepan por las paredes y las peñas
Existen otras especies de cangrejos todavía más interesantes. Algunos de ellos se han acostumbrado de tal manera a vivir en tierra, que su modo de resnirar ha sufrido una modificación. El cangrejo de mar común respira por medio de branquias, mientras estos otros presentan cambios en las cámaras branquiales, que les permiten respirar el aire atmosférico. Los hay que frecuentan las corrientes de agua dulce y que trepan a las montañas. Uno de los más notables es el cangrejo de las Antillas, que establece su vivienda a tres o cuatro kilómetros del mar; pero, cuando las hembras quieren poner huevos, no los llevan, después de haberlos puesto, sujetos al propio cuerpo como hacen los demás cangrejos, sino que se encaminan en dirección al mar para depositarlos en la arena. Para ello se agrupan todos los cangrejos, y reunidos forman un ejército, a cuyo frente se ponen los machos adultos.
Esta muchedumbre de crustáceos puede llegar a formar una hueste de más de un kilómetro de longitud y más de treinta metros de anchura; y en esta forma siguen su camino, salvando todos los obstáculos, con la misma resolución que lo hacen los arvícolas. No los detienen ni las casas, ni los peñascos, ni las paredes; nunca se desvían de su rumbo; siempre van en línea recta, aunque perecen a cientos en la expedición. En cuanto llegan al mar, las hembras ponen los huevos; queda terminada la emigración anual, y los cangrejos viejos se hallan en libertad para volverse.
Otra especie de cangrejo terrestre, notable por la rapidez con que se mueve, no se aleja tanto de la orilla del mar; pero no puede permanecer mucho tiempo dentro del agua. Estos cangrejos viven juntos en las playas, y se construye cada cual su madriguera, en la que se meten apresuradamente siempre que les amenaza algún peligro. Si un cangrejo se equivoca de agujero, el dueño deja oír un sonido especial, manifestando su enojo, y el intruso emprende la fuga, pues prefiere arrostrar cualquier peligro a campo descubierto que penetrar en la habitación de otro ser de su propia especie. Hay otro cangrejo llamado barrilete, que tiene una pinza muy desarrollada, y cuando corre, lo cual hace con gran velocidad, ofrece la rareza de que la mantiene en alto, como si con ella hiciera alguna seña. Se supone que todos los cangrejos poseen cierta inteligencia, y no hay duda de que este último da pruebas de ella; se construye una madriguera profunda, de unos treinta centímetros, y se vale de su gran pinza como de una puerta para cerrar la entrada.
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