ADMIRABLES EJEMPLOS DE MIMETISMO
Las célebres «capas de color de pared» con que en algunos cuentos orientales se cubren los conspiradores para deslizarse sin ser vistos, parecen ser pobre imitación del recurso que la Naturaleza procura a ciertos animales para que pasen inadvertidos entre los enemigos que los acechan o persiguen. ¿Quién no ha admirado la notable semejanza entre el cuerpo de algunos insectos y las hojas o ramas que los sostienen? Esta propiedad que tienen ciertos animales de tomar las formas y colores de otros seres o cosas recibe el nombre de mimetismo.
Es curioso observar, pues, que los animales irracionales, incapaces de juzgar, como juzgaría un hombre, las ventajas de colocarse en aquel ambiente protector, nos dan una lección que, ciertamente, no ha sido desdeñada. Es verdad que el tarmigan no escoge deliberadamente el plumaje blanco que lo cubre en invierno, ni que cierta liebre silvestre cambia el color de su pelaje invernal con el propósito premeditado de parecerse a las nieves entre las cuales vive. La Naturaleza, mediante uno de sus misteriosos procesos, es la que hace a los insectos más humildes semejantes a los objetos que los rodean; por la misma causa, el tigre y la jirafa pueden permanecer invisibles en los bosques tropicales.
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