De cómo el insecto hoja engaña a los hombres más hábiles


Cuando los naturalistas estudiaron este insecto, no ocultaron su admiración y confesaron que era tal la perfección con que la Naturaleza había reproducido en él la viva imagen de las hojas vegetales, que, al verlo, se hubiera dicho que las había robado a los árboles para fabricar con ellas sus alas. Los insectos que toman la forma de las hojas y los que parecen ramitas secas son del mismo grupo: la diferencia que separa sus especies es semejante a la que distingue los ciempiés de los milpiés. El cuerpo del insecto parecido al leño es estrecho y cilíndrico; el cuerpo del insecto que se asemeja a las hojas es ancho y aplanado. El color de este último es exactamente igual al de las hojas entre las cuales vive; su abdomen es plano y ancho, y verde o amarillo oscuro, o de otros tonos, según los de las hojas. Igualmente palidece y parece secarse como éstas. Sus patas tienen el aspecto de otras tantas partes de una hoja. Pero la más perfecta imitación es la que revelan las alas.

Los diversos grabados que so insertan nos convencerán de ello. Apenas podría decirse dónde está la línea divisoria entre el insecto y la hoja. La nervadura es la misma, con idénticas ramificaciones. El sombreado es también semejante.