Maravillosa escena de cambio en la vida del insecto
Queda, pues, explicado, por qué las alas posteriores son mitad incoloras y mitad teñidas de algún matiz. La parte coloreada se oculta debajo de otra superficie incolora, y en tal posición, la vista más sutil logra descubrir ni aun la existencia de las alas. En lugar del espléndido insecto alado que teníamos ante nuestros ojos, sólo quedan unas cuantas varillas vegetales. El cuerpo entero es largo, delgado, cilíndrico y del color de la madera del árbol que lo sostiene. Pero las patas son largas; ¿qué utilidad le prestan? En realidad, estos miembros sirven para completar la ilusión del observador mejor que para delatar la presencia del animal. Tienen el aspecto de otras tantas ramitas vegetales, que parecen salir de otra un poco más gruesa, que es el cuerpo del insecto.
No es éste, pues, visible mientras permanece quieto. Cuando se mueve produce el raro efecto de una rama seca que hubiera adquirido la facultad de andar por sí sola. Su habitual morada son los arbustos, las malezas, los tallos de las hierbas. Durante el día se mantiene inmóvil y dedica la noche a la caza, amparándose en la oscuridad, como un insecto cualquiera.
Siendo estos dos insectos muy indolentes, puede decirse que la Naturaleza los ha favorecido en la lucha por la existencia. Cuanto más escasos sean sus movimientos, menos riesgo correrán de ser vistos y cazados. Pero hay otros insectos, cuya vida depende de su actividad, que necesitan buscarse el sustento y hallar un lugar adecuado para depositar los huevos.
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