LOS ORÍGENES DE GERMANIA
Para observar la irrupción de las tribus germanas, allá por los tiempos de que nos habla la historia antigua de Europa, hubiéramos tenido que estar al lado de los alarmados moradores de la gran llanura del norte de Italia, hace dos mil años, y dirigir nuestra mirada desde los campos verdes y plácidos a los altos y helados Alpes, cuya blancura destacábase en el cielo azul.
Una vista verdaderamente asombrosa se hubiera ofrecido a nuestros ojos. Imaginemos la escena. Muchedumbres de hombres altos, fuertes, de ojos azules, rompen las líneas defensivas de las fronteras y penetran en los dominios del Imperio Romano.
Sus largas y flotantes cabelleras son rubias, aunque hay también algunas pelirrojas; sus escudos son brillantes y su. grito de guerra atronador. En general, su aspecto es alarmante, pues sus caras se muestran a través de cabezas de animales, tales como el lobo, el oso y el buey con sus cuernos, por lo cual no es de extrañar que al principio los invasores llenaran de espanto a Italia. Perecían de hambre en sus antiguas moradas, en los estrechos y fríos valles al otro lado de las blancas montañas, y al llegar a esta rica llanura devoraban cuanto encontraban; incendiaban, destruían ciudades y pueblos; sacrificaban caballos y cautivos a su fiero dios de la guerra.
Tal fue la entrada en Europa, según refiere la historia, de las que solemos llamar tribus germanas. Ellos se llamaban a sí. mismos deutschen, nombre que los romanos cambiaron, por el de teutones.
La región sobre la que principalmente se extendieron los germanos es el centro mismo de Europa, que comprende desde los Alpes hasta los mares del Norte y Báltico. Un mapa de relieve nos muestra a simple vista los vivos contrastes que existen en la superficie de esta parte central del Viejo Mundo.
Las montañas y mesetas del Sur van declinando gradualmente hacia el mar por la parte del Norte, de modo que se forma una vasta llanura, copiosamente bañada por los ríos que nacen en las alturas y fluyen suavemente hacia dicho mar. El río principal es el Rin, que une los Alpes con el mar del Norte, y ha sido a través de los siglos la disputada frontera entre Francia y su vecina Alemania. En la parte oriental de este continente había constantemente cambios, a medida que otros pueblos procedentes de Asia y de diferente estirpe invadían el país de los germanos. Uno de esos pueblos fue el eslavo, palabra que, en. su lenguaje, significa glorioso.
Aprovechando principalmente el curso del Rin, esa gran vía fluvial de Europa, los romanos se pusieron en contacto con las tribus germanas. Julio César lo pasó y repasó muchas veces, cuando era gobernador de las vecinas Galias. Durante una serie de años, Roma, la fuerte, avanzó constantemente por el valle del Rin, donde, aún en el día de hoy, existen restos de hermosas ciudades y fortalezas, magníficas carreteras y fincas particulares construidas por ella. Trató a la vez de conquistar enteramente las tribus germanas, pero no obtuvo el mismo resultado que en las Galias y en Bretaña.
Pagina anterior: Cambios que sobrevinieron en Francia y caída del imperio
Pagina siguiente: Hermann rechaza el ataque de las legiones romanas