Atila y sus huestes devastan la región del Rin
Los godos habían sido empujados por una hueste terrible, procedente de Asia: los hunos, que con sus caras amarillas, cabellos cerdosos y ojos estrechos y alargados, parecieron horriblemente feos a las razas germanas, quienes les vieron lanzarse a través del sur de su país, sobre las Galias, montados en sus veloces caballos, devastando a su paso las regiones que atravesaban. Pasaron el Rin y fueron luego detenidos en los campos de Chalons, junto al río Marne, donde las tribus germanas de los francos, los visigodos y borgoñeses se unieron con los romanos para resistirles en furiosa batalla. El “Azote de Dios”, como era llamado Atila, el fiero jefe de los hunos, fue derrotado; murió poco después, y volvió su terrible hueste al ignoto país de donde había venido.
Hemos visto ya que los francos invadieron las Galias, y que, con los celtas que ya vivían en ellas fundaron el reino de Francia. Otras tribus germanas, los anglos y parte de los sajones, se embarcaron para Bretaña. Los ostrogodos y visigodos pasaron a Italia y al sur de Francia, y los últimos ocuparon también a España durante tres siglos; otra tribu, los longobardos, fijaron su residencia en la llanura del norte de Italia.
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