La pena de una tierra desolada al final de la guerra
El número de habitantes en los estados alemanes al principio de la larga guerra era de unos diecisiete millones y al fin de ella no llegaba a la mitad. Una gran miseria aquejaba a todo el país devastado, donde ciudades y aldeas, y miles de iglesias y casas, habían sido destruidas. Los campos estaban incultos y pisoteados, el comercio arruinado, y la gente abrumada con tanta calamidad.
Diez años después estalló de nuevo la guerra, por escuchar los príncipes alemanes -algunos descontentos, otros egoístas, otros codiciosos- las bajas promesas de Luis XIV, quien había resuelto hacer del Rin la frontera oriental de su. reino; en la lucha que siguió, el Imperio perdió a Estrasburgo y la rica provincia de Lorena, que pasó a poder de Francia. Los tratados que pusieron fin a las guerras de este tiempo fueron llamados por el pueblo alemán las paces de la Enajenación, de la Desmembración y de la Injusticia, porque en cada uno de ellos perdió algo.
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