Los tiempos antiguos de las viejas ciudades de Alemania
El último esfuerzo de Barbarroja fue unirse con Ricardo Corazón de León en la Tercera Cruzada para reconquistar a Jerusalén del poder de los musulmanes, mas no consiguió su intento; el gran emperador pereció ahogado al atravesar un río del Asia, y fue enterrado en el arenoso desierto. Los antiguos poetas germanos conservaron fresca su memoria en las canciones y leyendas, y durante mucho tiempo se tuvo la esperanza de que volvería para auxiliar a su pueblo en momentos de necesidad.
En la época de las Cruzadas, los nobles, cuyo poderío en Alemania era muy grande, poseían castillos y extensas tierras, mientras los campesinos se arrastraban en la pobreza y miseria. Durante este tiempo empezaron también a levantarse en el país hermosas ciudades rodeadas de fuertes muros a fin de resistir a los enemigos de fuera, y poco a poco se edificaron asimismo iglesias y universidades, buenas casas y otros edificios públicos, muchos de los cuales se han conservado hasta hoy.
Alemania es famosa por sus espléndidas ciudades; antiguas, algunas de las cuales compraron privilegios y la libertad, de igual manera que las ciudades francesas, y ayudaron a mantener vivo el espíritu de Hermann. Ochenta ciudades se confederaron para formar la Liga Hanseática; las principales fueron Lubeck, Hamburgo y Bremen. Tenían un asiento en Londres, donde poseían muchos derechos especiales que fomentaron su comercio y riqueza. El comercio del Báltico estaba en sus manos, y aun llegaron a hacer la guerra por su propia cuenta, siendo bastante fuertes para resistir, no sólo a los nobles, sino también a los. piratas en el mar y a los bandidos en tierra.
Los robos cometidos por los caballeros residentes en los castillos que coronan todavía muchos montes rocosos, causaron perjuicios enormes al comercio y a la agricultura en aquellos tiempos de libertinaje; son realmente conmovedores los relatos de sus incursiones, de sus ataques a los mercaderes en los vados y puentes, y de sus robos de las cosechas recién recogidas. Afortunadamente, no todos los caballeros de los castillos eran bandidos, y de ellos dependía la conservación de las carreteras y caminos de sirga y el alojamiento de los viajeros antes de que existiesen las ventas o posadas.
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