El gran papel que desempeñó Alemania en los importantes cambios del mundo
Al paso que el descubrimiento de la brújula puso en las manos del hombre una guía para navegar por mares desconocidos, la invención de la imprenta y la difusión de la enseñanza facilitaron sobremanera el estudio y pusieron las ciencias al alcance de muchos que de otra manera hubieran sido siempre ignorantes. Alemania puede estar ufana de su participación en este adelanto, pues alemán fue el que descubrió el procedimiento para convertir los trapos en papel, y también el que tuvo la primera idea de imprimir con caracteres movibles.
Era emperador de Alemania en aquel tiempo Carlos V, nieto de Maximiliano, llamado con frecuencia el segundo Carlomagno por la extensión extraordinaria y la enorme riqueza de sus dominios, pues a los estados de Alemania añadió, por título de herencia, España, el sur de Italia, Sicilia y los Países Bajos, así como también las colonias del Nuevo Mundo; de suerte que nunca se ponía el sol en su imperio. Al principio de su reinado se declaró una terrible insurrección, llamada la Guerra de las Comunidades de Castilla, en la que los comuneros pegaban fuego a los castillos y monasterios, como lo hicieron los campesinos de Francia 300 años después, y por razones bastante parecidas: por los gravosos e injustos tributos y la amarga opresión que padecían.
En Alemania, treinta años de guerra (1618-1648) por causas políticas y religiosas, en la que se vieron envueltas varias naciones, causaron al país indecible devastación y miseria. Por largo tiempo la suerte de la guerra fue varia; pero cuando pareció que el emperador iba a ser demasiado poderoso, Francia incendió y saqueó con crueldad la hermosa región del Rin. Por fin, se concertó la Paz de Westfalia por hallarse el país enteramente exhausto: Francia ocupó Al-sacia; Suecia reclamó Pomerania; a Suiza y a Holanda se les reconoció su independencia, y los grandes príncipes alemanes quedaron dueños absolutos de sus propios estados, haciendo más tangible que nunca la ficción de un imperio. A tenor de esta paz, los católicos y protestantes tendrían igualdad de derechos y libertad de cultos, y los príncipes protestantes conservarían los territorios que habían quitado a la Iglesia.
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