HOLANDA, BÉLGICA Y LUXEMBURGO


Un río de larguísimo curso y singular belleza sirve de lazo de unión a dos países lejanos y de configuración enteramente distinta; el uno es el más alto y montañoso, y el otro, el más bajo y llano de Europa. Desde las elevadas montañas de Suiza baja el Rin, saltando rumoroso, como muchacho retozón, hasta que entra en las tranquilas aguas del lago Constanza. De allí, con redoblado vigor y poderío, se precipita espumante entre las rocas de Schaffhausen; ya adulto y prudente, se abre paso directa y rápidamente hacia el Norte; luego, bello, fuerte y prolífico, recorre kilómetros y kilómetros por el suelo de Alemania. Franqueada la gran puerta de las Siete Montañas, cerca de Colonia, refrena su curso, como envejecido; finalmente, tiende sus cansados brazos y parece que a tientas va en busca del océano, donde termina su vida en paz.

El triángulo de tierra baja que a orillas del mar del Norte, entre Francia y Alemania, yace entre los brazos del Rin y alrededor del curso inferior del Mosa y del Escalda, allí donde la gran llanura del Norte es más deprimida, ha sido conocido en la historia con el nombre de Países Bajos.

A pesar de ser pequeña, esta región está dividida en dos Estados distintos. Holanda -llana, baja, con muchos ríos, canales y pantanos- es la parte mayor, más al Norte, y más especialmente dentro del delta del Rin. Bélgica, al Sur, tiene poco más de ochenta kilómetros de costa, y es un país formado también por terrenos bajos -desaguados por el Mosa y el Escalda- y por las elevadas regiones de los Ardennes, con sus montes cubiertos de bosques, algunos de los cuales alcanzan una altura de cerca de mil metros.

Es en extremo entretenido y variado un viaje a estos países, para visitar sus espléndidas ciudades antiguas, llenas de recuerdos, y contemplar sus verdes llanuras, surcadas por lagos y profundos canales; sus magníficas carreteras, delicia de caminantes y automovilistas; sus molinos de viento; sus barcas, que de lejos parecen navegar por los prados vestidos de verdor, y ver después, al Sudeste, sus lozanos bosques y los espumosos torrentes de sus colinas. El Zuiderzee es el golfo más moderno del mundo, pues se ha formado hace solamente 600 años, cuando las aguas invadieron la llanura, barriendo pueblos y granjas con todos sus habitantes. La mayor parte de Holanda se encuentra más baja que el nivel del mar.

Un antiguo proverbio holandés dice: “Dios hizo el mar, y nosotros, la costa”. Durante más de mil años, la construcción de esta costa fue el primer deber, el primer pensamiento de los habitantes, que deseaban proteger y asegurar su país para librarlo del furor de los temporales y de las mareas. Viajando por Holanda, queda uno maravillado de una técnica tan admirable en materia de ingeniería hidráulica.

Si ascendemos a uno de aquellos grandes diques, enormes murallas que separan a Holanda del mar del Norte, observaremos que el muro no tiene menos de veinte metros de altura, y es tan ancho que se puede pasar en coche, cómodamente, entre dos filas de árboles y casas.