Vicisitudes por que pasaron los Países Bajos antes de constituirse en nación
Estos esfuerzos de vigilancia, de tenacidad y valor, repetidos de generación en generación, han hecho de los holandeses un pueblo prudente, avisado y decidido; pueblo pequeño en número, pero capaz de luchar contra las más poderosas naciones.
Densas y amenazadoras nubes se cernían sobre el horizonte de Holanda después que, a fuerza de secuestros, compras, sucesiones, matrimonios de herederos femeninos, etc., la parte más considerable de sus estados había pasado al dominio o influencia de los duques de Borgoña. Deseaban éstos anexionar a sus estados a Suiza, por una parte, y los Países Bajos, por la otra, y formar así un reino que se extendiese entre Francia y Alemania.
No siendo de tal parecer, el astuto Luis XI mantuvo incesantes guerras con el duque de Borgoña, Carlos el Temerario. De la única hija y heredera de éste, María de Borgoña, los holandeses obtuvieron decretos y estatutos que garantizaban su libertad, la cual fue más plenamente confirmada cuando los representantes de sus Estados Generales se reunieron en una primera asamblea oficial.
La joven duquesa María se casó con Maximiliano de Habsburgo, duque de Austria y después sacro emperador romano. Su hijo, más tarde Felipe I el Hermoso, heredero de los dominios maternos, contrajo matrimonio con Juana la Loca, hija a su vez, de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel.
De Felipe I y Juana la Loca nació el famoso Carlos I de España y V de Alemania, el cual empuñó las riendas de muchos Estados, entre ellos, los Países Bajos, Austria y España, naciones dispares en su idiosincrasia, intereses y raza. Los privilegios de libertad de los Países Bajos corrían gran riesgo bajo el gobierno de Carlos V, quien acabó uniéndolos a sus inmensos dominios de España y sus colonias.
Su hijo, Felipe II, apellidado el Prudente, hombre de indomable tesón e incapaz de transigir en lo que él consideraba justo, no acertó a conciliar las libertades de los flamencos con sus derechos de soberano y gobernante; y así, éstos se sublevaron, alentados por las naciones enemigas de España. Siguióse una guerra larga y dura por varios años.
Cada ciudad, cada palmo de tierra, en los Países Bajos, tiene su historia de heroísmo en esta campaña, cuya figura más brillante fue Guillermo el Taciturno, príncipe de Orange, nombrado estatúder, capitán y almirante general. Asesinado en 1584, le sucedió su hijo Mauricio, quien continuó la guerra contra España y aumentó durante su gobierno el poder y riqueza de la República. En todo este período, y con anterioridad, se señaló por sus proezas militares y dotes de gran capitán Alejandro Farnesio, que derrotó repetidas veces a los rebeldes y les tomó las plazas de Maestricht, Courtenay, Breda, Amberes, la Esclusa y muchas otras, y quien seguramente habría logrado sojuzgar todo el país, de no haber tenido que suspender a menudo las operaciones para acudir en auxilio de los católicos franceses. En 1609 se pactó la tregua de doce años; se renovaron las hostilidades en 1621, cuando Felipe II y sus grandes caudillos habían bajado ya al sepulcro, y la decadencia de España se había iniciado de una manera ostensible. Los holandeses, ayudados por Francia, obtuvieron cada vez mayores ventajas, y al mismo tiempo desenvolvieron su marina y comercio, establecieron factorías en las Indias Orientales y produjeron grandes hombres en ciencias y artes, sobre todo en la pintura. Cuando ya de hecho habían reconquistado su independencia, les fue reconocida por la paz de Westfalia, en 1648.
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