ACUEDUCTO
CONTRUCCIÓN DEL ACUEDUCTO KATRINE
Las obras pusieron a prueba la habilidad y perspicacia de los ingenieros y el trazado se ha hecho con escrupulosidad extraordinaria.
Las obras se principiaron en la primavera de 1855. Las inauguró en persona la reina Victoria en octubre de 1859, y quedaron definitivamente terminadas durante el año 1860. Su coste, incluyendo las de los embalses, y sin contar el importe de los terrenos y la distribución del agua en la ciudad de Glasgow y sus alrededores, fue de 17 millones de pesetas, pero el total del abastecimiento, incluyendo la indemnización a dos compañías de aguas, repartición y todo lo demás, ha subido hasta mayo de 1873 a 44 millones.
En un banquete de inauguración Mr. Bateman, ingeniero de las obras, hizo el resumen de los trabajos efectuados a lo largo de la línea del acueducto en las palabras siguientes poco más o menos:
“Hay en todas las obras ochenta túneles diferentes, en los que se han abierto cuarenta y cuatro pozos para facilitar y activar la terminación de las obras. Además del túnel que hay al principio del acueducto, llamado del Loch Katrine, de 2.126 metros de largo y más de 150 de carga y el túnel de Mugdock, al final de la línea, de 2.414 metros de largo, hay otros de 640, 730, 1.000 y 1.280 metros. Sin contar las obras menores, hay 25 puentes acueductos de hierro y fábrica, algunos de ellos de 18 y 24 metros de altura, con vanos de 9, 15 y 27 metros. El número de trabajadores empleados, sin contar los fundidores de hierro, maquinistas, etc., ha sido generalmente de unos 3.000 y para la mayor parte de ellos ha habido necesidad de construir albergues, caminos provisionales y toda clase de comodidades, porque el país en su mayor parte es de lo más agreste e inaccesible que puede imaginarse. En la pintoresca aldea de césped y madera que los mineros bautizaron con el nombre de Sebastopol, al principio del lago Chon, habitaban centenares de personas con almacenes de comestibles, salones de lectura, escuela e iglesia, con maestro y médico que lea proporcionó la dirección de la obra.”
El acueducto desde su arranque en Loch Katrine hasta el receptáculo de Mugdock, tiene 42 kilómetros de largo, de los cuales 21 están en túnel, 7 son de tubería de hierro que atraviesa los valles y los 14 restantes son de canal cubierto o puentes.
Cuando había que abrir zanjas, la conducción se cubría con bóveda y se terraplenaba después.
En los puentes el acueducto va sólo cubierto con madera para impedir que las nieves lo obstruyan y en la mayor parte de ellos hay ranuras en la fábrica para encajar tablones de represa con compuertas de vertedero a fin de facilitar la descarga del acueducto cuando sea necesario hacer una limpia o una reparación.
En algunos de los puentes se han construido vertederos de superficie para echar fuera el agua si sobreviniera una crecida repentina.
El coste total del acueducto, en la época que el agua fue introducida en la ciudad, fue de 11.700.000 pesetas o sea 280.000 por término medio cada kilómetro. Aunque los tubos de 1,22 metros que cruzan los valles deberían haber dado de 91.000 a 99.000 metros cúbicos diarios, según las diversas fórmulas en uso, han dado paso, sin embargo, a 109.000 metros cúbicos sin estar en toda su carga.
Toda la tubería que se empleó en las obras estaba barnizada con brea de hulla y aceite, según el procedimiento del doctor R. A. Smith de Mauchester y empleado por primera vez por Mr. Ratenian en las obras hidráulicas de aquella población. Este revestimiento interior, cuando está bien hecho, da una superficie suave y cristalina e impide, a lo menos por cierto número de años, la oxidación. Weisbach encontró que en los tubos de madera de 6,35 y 11,43 centímetros de diámetro, el coeficiente de resistencia era 1,75 veces mayor que en los tubos metálicos, dando un gasto de un 14 por 100 menos; y M. Morin ha demostrado que el estado de la superficie en un tubo de hierro revestido con alquitrán en uno de cristal aumenta en una tercera parte el gasto.
M. Morin ha indicado también, por las observaciones de M. Darcy, director de las obras hidráulicas de París, que en los tamaños grandes el diámetro de los tubos parece ejercer también una influencia más decisiva en el gasto de lo que hasta la fecha se ha creído. Observaciones posteriores sobre la marcha del gas en los tubos, hechas por M. Arson, ingeniero de la compañía del Gas de París, tienden a confirmar las ideas de M. Marin.
El acueducto en arquitectura e ingeniería
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