MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
Hay en el mundo pocos libros que no morirán. Manantial inagotable de honda filosofía, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es uno de ellos. Relata esta obra la historia del Caballero de la Triste Figura, a quien la lectura de los malos libros de caballerías había hecho perder el juicio.
La narración de las famosas proezas de Artús, la de los caballeros de la Tabla Redonda, los amores de Lanzarote y Ginebra y los de Tristán e Isolda; las inauditas hazañas de Amadís y Palmerín, Lisuartes y Floriseles, eran comentadas y narradas de modo tal, que bien puede decirse que los hechos de unos y otros héroes caballerescos se consideraban como actos reales, y los libros donde se describían tales proezas fueron en el pueblo español del siglo xvi la más común y popular de las lecturas.
Dice Menéndez y Pelayo que Cervantes no quiso matar un ideal, sino transfigurarlo y enaltecerlo, incorporando a su libro cuanto de poético, noble y hermoso había en la caballería, no haciendo, como han creído algunos, obra de antítesis, ni de seca y prosaica negación, sino obra de purificación y perfeccionamiento.
El mismo Cervantes, en el prólogo de la primera parte dice que su Quijote debe ser obra en la cual, leyéndola, “el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla”.
Cervantes, entusiasmado con el linaje de los buenos libros de caballerías, veía profanado, por otros autores malos, el alto ideal de los caballeros andantes, y salió en defensa de él, ridiculizando cuanto de falso y mentiroso había en tales producciones.
Proveyó de una vieja armadura a su personaje, Don Quijote, y lo hizo recorrer la tierra de la Mancha en un huesudo rocín, acompañado de un labriego zafio pero leal, que le haría de escudero: Sancho Panza, en busca de aventuras en un mundo que ya las había olvidado. La narración de sus andanzas, riesgos y peleas; su encuentro con los molinos de viento, que confundió con gigantes descomunales; con un rebaño de ovejas que creyó ejército enemigo; los golpes que administró a ciudadanos pacíficos (a quienes solía confundir con “felones y malsines”) y las esmeradas palizas que solía recibir en represalia, hicieron del extenso Don Quijote de la Mancha uno de los libros más ingeniosos y entretenidos que jamás se hayan escrito.
En este libro inmortal, que Irving comparó con la Biblia, Cervantes ha conseguido realizar una representación simbólica de la humanidad, el libro más real y el más idealista, el más alegre y el más triste de cuantos se han escrito. “Ante el placer de leer el Quijote en su propia lengua, desaparecen los demás placeres”, afirmó lord Byron. Porque en sus páginas aparece el más perfecto retrato del ser humano con sus vicios y virtudes; porque en sus diferentes personajes advertimos los diversos estados de ánimo y modos de ser de los que nos rodean. Holiand le dio el dictado de la primera novela del mundo.
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