Cautivo de los moros, sus trabajos literarios en Argel y el rescate
Luego de las jornadas bélicas de Túnez y la Goleta, vive Cervantes en Italia dos años más, hasta 1575. Para volver después a su tierra, pidió licencia y se embarcó, con su hermano Rodrigo, en la goleta Sol. Cruzaban el Mediterráneo cuando varios corsarios argelinos, al mando de Armaute Mami, renegado moro, los apresan en la costa de Marsella y son hechos cautivos todos los tripulantes cristianos y llevados a Argel. El pirata moro creyó a Cervantes personaje de elevado rango y subido rescate, pues consigo llevaba cartas de presentación de Juan de Austria y el duque de Sessa, para Felipe II.
Cargado de cadenas, fue muy dura su cautividad durante los primeros meses. Después, en los cinco años que duró su confinamiento en la cárcel de Argel, encabezó tres tentativas de fuga que resultaron frustradas. Su familia ahorró sobre su hambre para pagar el rescate, pero el dinero reunido no bastó: entonces él, generosamente, pidió que con esa suma liberaran a su hermano Rodrigo.
Los cinco años de Argel le permitieron hacer un sinnúmero de observaciones acerca del infortunio y la instabilidad de las cosas humanas, que le servirían años después para dar tan vivida humanidad a sus novelas, comedias y poesías.
Tenía ya 32 años. Enfermo de nostalgia, soñaba con su tierra. Desesperaba de volver a los suyos, y no encontraba resignación entre los infieles, cuando su familia y los padres trinitarios lo redimieron por fin.
Afirman críticos e investigadores que Cervantes aprovechó los años de reclusión para escribir sus primeras comedias y entremeses, especialmente La batalla naval, El trato de Argel, La gran turquesa, La gran sultana. Vuelto a España, creyó que su fortuna estaba hecha, que se recordarían de su heroísmo y sus sufrimientos y que sería debidamente recompensado. Abrigaba sobre todo la esperanza de que el rey Felipe II, al escuchar su relato, mandaría derruir aquel infame nido de piratas y a devolver la libertad a los 25.000 infelices cautivos que gemían en sus mazmorras. Pero el éxito no coronó las gestiones en las que puso tanto empeño, y no hubo expedición a Argel. Cervantes se vio libre, pero destinado a vivir en la pobreza. Entonces partió tras su hermano Ramiro a la campaña de Portugal e islas Terceras. A su regreso -ya tenía 37 años- se desposa con Catalina Palacios de Salazar, cuya dote era insignificante.
Desde 1585 hasta 1587 vivió en Madrid la vida de bohemia del poeta andariego y autor dramático, frecuentando a los principales ingenios españoles, desde Góngora hasta Lope de Vega. Escribió por esa época sonetos, poemas laudatorios y siguió dando al teatro el mayor número de sus obras. “Con general y gustoso aplauso de los oyentes, compuse en ese tiempo hasta veinte comedias o treinta, fui el primero que representase la imaginación y los pensamientos escondidos del alma sacando figuras morales al teatro, me atreví a reducir las comedias a tres jornadas de cinco que tenían y entró luego el Monstruo de la Naturaleza, el gran Lope, y alzóse con la Monarquía cómica”.
Pagina anterior: Miguel de Cervantes Saavedra, héroe de Lepanto
Pagina siguiente: Busque por acá en qué se le haga merced