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LA ADUANA INGLESA Inglaterra redactó sus aranceles con el criterio fiscal y mantuvo en ellos ese carácter durante largos siglos, hasta que a fines del xvii entró por el camino de la protección y más tarde llegó a las rigurosas prohibiciones de su famosa legislación sobre el comercio de cereales. Las reformas de Hutkisson en 1828, las de Roberto Peel en 1842 y el triunfo definitivo de la liga manchesteriana, dirigida por el insigne Mr. Cobden, que alcanzó en 1846 la abolición de los derechos establecidos sobre los granos, cambiaron radicalmente el sistema aduanero de Inglaterra, que derogó el acta de navegación, bajó repetidas veces los aranceles, pactó tratados comerciales y suprimió enteramente los derechos protectores. La nación inglesa nos muestra hoy el tipo más acabado de la aduana fiscal: sus tarifas no gravan materia primera alguna; comprenden solamente una veintena de productos de general consumo o manufacturados, y la venta se obtiene allí casi en totalidad de cinco artículos, el té, el café, los alcoholes, el vino y el tabaco. El Tesoro inglés llegó a recaudar anualmente en las aduanas más de 600 millones de pesetas; pero desde hace algunos años los ingresos han bajado, porque el desahogo de la Hacienda pública ha permitido aligerar ciertos impuestos y los gobiernos de aquel país han renunciado en provecho del bienestar general a los derechos sobre el azúcar y han disminuido los del té considerablemente, atendiendo a que esos dos artículos entran por mucho en la alimentación de las clases sociales, más numerosas en Inglaterra.
2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal