POLONIA Y SU PUEBLO


Si observamos el mapa de Europa central veremos que existe una llanura que se extiende desde el mar Báltico hasta los montes Cárpatos. En ella tiene su asiento Polonia.

Se desconoce la época en que este pueblo, perteneciente a la rama eslava de la gran familia aria, se estableció en Europa, pero se supone que la nación polaca se constituyó por la unión de varias tribus del mismo tronco, asentadas en las tierras del Vístula, y que tomaron el nombre genérico de: polanes o poliahnes (de poíiah, llanura), que en principio se aplicó a la tribu principal.

Los romanos no intentaron nunca conquistar a Polonia a pesar de que debieron de conocerla, según se deja ver en las citas que un cronista romano hace de un país existente del otro lado de los Cárpatos, en el cual vivía un pueblo extraño, que tocaba la flauta divinamente y que, en cambio, desconocía el uso de la espada.

La mayoría de los eslavos era gente pacífica; guardaban rebaños y se distinguían en la crianza de las abejas y en el arte de la pesca. Las mujeres tejían e hilaban, en tanto los hombres salían de caza por las grandes selvas. En algunos lugares se dedicaban a la agricultura, utilizando en sus labores arados y enseres tan primitivos que estaban hechos de madera.

Como los territorios eslavos se extendían hasta las cercanías del Oder, los pacíficos pobladores tenían por vecinos a los germanos, gente guerrera que codiciaba sus ricas tierras y buscaba la manera de poseerlas por cualquier medio.

El peligro de una posible invasión germana hizo que los polacos tomasen las armas y organizasen su pueblo bajo la dirección de un jefe, el semilegendario Piast. Existe una leyenda acerca de una princesa polaca, Vanda, que prefirió arrojarse al Vístula antes que casarse con un jefe germano, el cual quería apoderarse de Polonia por virtud de su casamiento con la hija del príncipe Crac, fundador de Cracovia, antigua capital de Polonia, de quien la leyenda cuenta cómo mató a un fiero y enorme dragón que amenazaba la vida de los habitantes de dicha ciudad. Los visitantes de Cracovia pueden ver todavía la llamada caverna del dragón, cerca del río Vístula, y, en las afueras de la ciudad, monumentos fúnebres, grabados en piedra hace cientos y cientos de años, en memoria del príncipe Crac y su hija Vanda.

A fines del siglo x, durante el principado de Mieszko, de la dinastía de los Piast, Polonia aceptó el cristianismo. Se dice que el fundador de esta dinastía fue un carretero a quien pusieron al frente de la nación por ser un “hombre honrado y gran trabajador”. Sus descendientes continuaron en el trono hasta fines del siglo xiv. Uno de ellos, Boleslao el Bravo, fue el primer rey de Polonia, en 1025. Era un hombre de muy clara inteligencia y notable visión política, que soñó con la unión de todas las naciones eslavas a fin de oponerse a los germanos, que por aquel entonces se expandían hacia el Este. Desgraciadamente para Polonia, este sueño no llegó a realizarse y el país siguió sufriendo los ataques de sus vecinos.