Polonia, la nación heroica, es borrada del mapa de Europa


Toda Polonia, a las órdenes de Tadeo Kosciuszko, se levantó en armas contra los opresores. Los campesinos, los obreros, los comerciantes, los profesionales y los nobles, sin distinción de edad, todos se alistaron como voluntarios. Nadie vino a ayudar a Polonia en esta su última campaña y, a pesar del heroísmo y del coraje demostrados por los polacos, éstos fueron derrotados. El propio Kosciuszko quedó gravemente herido y hecho prisionero. Los rusos asaltaron a Praga en las cercanías de Varsovia, en donde miles de hombres, mujeres y niños recibieron la muerte. Varsovia se vio obligada a rendirse; tras ello vino un nuevo reparto del territorio y Polonia fue borrada del mapa político de Europa.

Pero la patria polaca seguía viviendo en el corazón de sus hijos; para ellos, lodos seguían siendo polacos, a pesar de la dominación extranjera.

La presión de los conquistadores, que querían hacer desaparecer la nacionalidad, el idioma y el pensamiento de los hijos del país, llegó a extremos inconcebibles. Por el hecho de sentir y pensar como polacos, tuvieron que soportar todos los atropellos imaginables. Únicamente Austria, que tenía la parte más pequeña del territorio polaco, les concedía una relativa libertad. Rusia y Alemania perseguían todo lo que tuviera color nacional: tanto, que a los polacos les estaba prohibido hablar su lengua nativa, cantar músicas nacionales y leer su propia literatura. Y hasta se daba el caso de niños que eran castigados por rezar en su idioma. Se cometían atropellos de toda clase y ningún polaco de sentimientos patrióticos era empleado por las oficinas del gobierno.