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ACUMULADOR VOLCKMAR Este acumulador no es en el fondo más que el acumulador Faure con distinta forma; en dicho acumulador Faure estaban sujetas y en cierto modo cosidas al plomo continuo de los electrodos las costras o láminas de minio; pero la experiencia demostraba que la adherencia entre el minio y el plomo era insuficiente, y que aquel, al poco tiempo de funcionar el acumulador, se desprendía en hojas, desmoronándose todo el revestimiento de minio y siendo aún insuficiente para evitar la ruina del aparato el fieltro que alguna vez hubo de emplearse para sostener la capa pegadiza de aquella sustancia. Mr. Volckmar, adoptando el minio, o mejor el plomo dividido mecánica o químicamente, cambia del todo la forma del acumulador Faure. Dicho sistema está caracterizado, según el brevet de invención, por el establecimiento de numerosas celdillas sumamente próximas, o si se quiere de huecos o pequeñas cámaras abiertas en la masa plomiza y continua del electrodo, huecos que podrán llenarse ya con minio, ya con plomo dividido mecánica o químicamente. Así el esqueleto de plomo de esta especie de colmena será el verdadero conductor eléctrico pero inactivo, y en cambio el minio o lomo dividido que rellene los huecos, cámaras o celdillas indicadas, constituirá la masa activa del electrodo. Según parece, la capacidad de acumulación es realmente mayor en el acumulador Volckmar que en el acumulador Faure; pero el problema no ha sido resuelto de una manera completa. No basta, en efecto, englobar el óxido de plomo en las celdillas; es necesario que esté unido de tal manera a las paredes de éstas que el soporte de plomo (lo que hemos llamado antes el esqueleto de la colmena) sirva única y exclusivamente de conductor, sin tomar parte en las acciones químicas que en el seno del elemento se desarrollan. Expliquémonos con más claridad. Cuando una masa de minio está superpuesta y no más que superpuesta, es decir, físicamente apoyada sobre una superficie de plomo, como sucede en el acumulador Faure y en el acumulador Volckmar, demuestra la experiencia que la superficie de la lámina metálica, es decir, la parte continua de plomo se convierte en un peróxido de plomo, de color oscuro y de textura cristalina, mientras que el peróxido que resulta por la oxidación del minio toma una textura granular. Pero cuando este fenómeno se ha verificado, el peróxido cristalino acaba por transformarse por su combinación con el ácido sulfúrico en un sulfato de plomo que es muy mal conductor de la electricidad. Poco importa, pues, que la superficie activa sea considerable y considerable también la corriente eléctrica engendrada, si la transformación del electrodo continuo cierra el paso a la corriente eléctrica por haber perdido dicho electrodo sus condiciones de conductibilidad.
2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal