LA CONQUISTA DE LAS FUERZAS NATURALES
Los primeros hombres realizaron sus trabajos a costa de sus propias fuerzas físicas, hasta que consiguieron domesticar a los animales, que pasaron a ser auxiliares en sus arduas tareas. Luego lograron aprisionar y esclavizar a su capricho, tras largas luchas, a un gigante de poderosas e inextinguibles fuerzas, la Naturaleza, dominando sus principales elementos: el aire, el agua y el fuego.
Es el agua fuente perenne de energía, a la que debemos gran parte del progreso y la simplificación del esfuerzo en nuestra vida diaria.
El primer servicio que prestó el agua a la causa humana, como fuerza motriz, fue poner en movimiento unas ruedas provistas de paletas especiales. Dichos mecanismos, parcialmente sumergidos en una corriente de agua, e impelidos por la fuerza de ésta, adquieren inmediatamente un movimiento de rotación aprovechable para varios fines: moler granos, aserrar maderas, desmenuzar minerales.
Pero las ventajas del empleo del agua como fuerza motriz no parecían ser realmente grandes, visto que apenas podía aprovecharse en el lugar en que la corriente existe; y lo que el hombre precisaba, para el rápido desenvolvimiento de sus industrias y medios de comunicación y transporte, era una energía que pudiera ser llevada a cualquier parte y utilizada a voluntad, tanto en las ciudades como en el campo, en los ferrocarriles como en las fábricas, al aire libre como en las habitaciones, y que sirviera, al mismo tiempo, tanto para el alumbrado como para la calefacción.
La solución del problema así planteado fue dada por la máquina de vapor, inventada por James Watt entre los años 1768 y 1790, en la que el vapor de agua, sometido a presión, suministra energía para trabajo mecánico en las locomotoras y en las turbinas de las centrales termoeléctricas y para mover la maquinaria de las diversas fábricas.
Estas máquinas necesitan del carbón de piedra, del petróleo o de cualquier otro combustible equivalente, para producir el calor que las hará funcionar, circunstancia que posee ventajas e inconvenientes. Si bien dichos combustibles pueden ser transportados con facilidad, su extracción es costosa y en algunos casos peligrosa; al quemar producen humo y dejan residuos, y sus yacimientos pueden llegar a agotarse. Además, tanto el carbón mineral como el petróleo tienen en la actualidad una enorme y creciente demanda en las industrias.
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