El perfeccionamiento de la rueda: la turbina hidráulica


A mediados del siglo pasado, un ingeniero francés, Benito Fourneyon, inventó un nuevo tipo de rueda, la turbina hidráulica, que dio gran impulso al aprovechamiento de la energía del agua, y que, perfeccionada por otros inventores, abrió nuevos horizontes a la humanidad, si bien no solucionaba el problema de una energía fácilmente transportable, cosa que se logró un siglo después.

En efecto, en los primeros años del siglo xx, un nuevo descubrimiento prestó a la causa del progreso y de la civilización servicios mayores que los de las máquinas de vapor: el hombre consiguió tornar la fuerza del agua tan transportable como la del carbón o la del petróleo, y, en ciertas circunstancias, más todavía, basándose en los trabajos de físicos eminentes como Oersted, Ampére, Faraday, Wilde, Gramme, Siemens y otros, quienes descubrieron la manera de transformar el movimiento mecánico en corriente eléctrica, y convertir ésta, a su vez, en movimiento mecánico, haciendo reversible el fenómeno.

Por consiguiente, donde quiera que exista un manantial de agua capaz de producir movimiento mecánico, podemos originar una corriente eléctrica susceptible de transformarse en luz, calor o movimiento a la distancia que queramos, sufriendo la corriente durante su curso una insignificante pérdida de energía. Éste fue el proceso que revolucionó el mundo moderno, y obsérvese que esta fuente de energía es inagotable, visto que los ríos caudalosos nunca dejan de correr.