HISTORIA DE LA AVIACIÓN


Las perspectivas de la aviación son ilimitadas. A veces, hasta nos sentimos involuntariamente arrastrados hacia el campo de la fantasía, tentados por las notables realizaciones y los maravillosos adelantos logrados en la técnica del vuelo. Por ello, al tratar de la aviación de nuestros días, consideraremos solamente los aviones más característicos, aun sabiendo que algunos de ellos ya han sido sobrepujados y otros lo serán, sin duda, a breve plazo.

Tampoco deja de ser interesante lanzar una rápida mirada retrospectiva sobre el estado de la aviación hace algunos años, destinada a adquirir una noción exacta del camino recorrido en tan poco tiempo.

Hoy, que por los cielos del mundo cruzan millares de aviones amparados en la seguridad obtenida por el intelecto humano, pocos recordarán aquellos tiempos en que después de los primeros vuelos de los hermanos Wright, comenzaron a surgir los “pioneros” del aire, que confiaban ciegamente en los destinos triunfales de esa genial concepción.

El hombre siempre ha anhelado volar; desde los tiempos prehistóricos observaba las aves y deseaba imitarlas. La historia de Dédalo e Ícaro, de la mitología griega, no es sino la expresión de ese deseo. En el siglo n de nuestra Era, Herón el Viejo, matemático de Alejandría, descubrió, según algunos de sus comentaristas, el principio básico de la propulsión de chorro que 1.800 años después se vino a usar como medio de impulsión de los aviones más veloces. En 1490 Leonardo da Vinci proyectó una máquina con alas para volar, un helicóptero, una hélice y un paracaídas. Pero puede afirmarse que la navegación aérea nació en el momento en que el hombre subió por primera vez en un globo libre, lo cual ocurrió en París el 21 de noviembre de 1783, es decir, sólo cinco meses después que los hermanos Montgolfier, famosos inventores franceses, iniciaron las demostraciones públicas de su invento: los globos inflados con aire caliente. Entre los globos construidos por los Montgolfier, había uno cuyo mecanismo estaba dispuesto de tal manera que, durante la ascensión, en caso de llevar tripulantes, éstos pudieran mantener por cierto tiempo fuego en un brasero que pendía de cadenas dentro del cuello del globo. Éste fue el aparato utilizado por el francés Pilátre de Rozier y su acompañante, el marqués de Arlandes, los primeros navegantes del aire, que volaron sobre París durante veinticinco minutos.

Desde ese momento, el invento que parecía destinado a exhibiciones de feria se convirtió en algo práctico, y pronto fue muy perfeccionado. La primera mejora dio por resultado que un globo permaneciera en el aire 3 horas y 45 minutos, y recorriera 65 kilómetros. El piloto fue el físico francés Jacques Alexandre Charles, quien utilizó tela impermeabilizada para la construcción del globo, que infló con hidrógeno y cubrió en su mitad superior con una red para que de ella pendiese la barquilla. Otro acontecimiento notable fue el cruce del canal de la Mancha en globo, el 7 de enero de 1785, por el aeronauta parisiense Frangois Blanchard y un estadounidense apellidado Jeffries. Fue ésta la primera travesía marítima efectuada por vía aérea.