Cómo entró Abraham en la vida activa de los habitantes del valle del Nilo


Muchos son los sepulcros interesantes que pertenecen a este período, a unos 2.400 años antes de Jesucristo. Tiene pintado uno de ellos en sus paredes un asunto que representa la llegada a aquel país de una familia como la de Abraham, el gran padre del pueblo judío. La historia de su viaje a Egipto en busca de provisiones, cuando el hambre hacía estragos en su país, situado más allá del istmo de Suez, nos es a todos familiar por haberla leído en las páginas de la Historia Sagrada. ¡Qué impresión hubo de experimentar Abraham, acostumbrado por tantos años a la vida errante del campamento y a la quietud de aquellas soledades, al entrar en el valle del Nilo, todo actividad y vida, con sus grandes ciudades y majestuosos edificios, y al contemplar el lujo y esplendor de la corte! Aquello haría retroceder, sin duda, el pensamiento del patriarca a los tiempos de su infancia, y a su país natal, donde alzábanse entonces grandes ciudades y existía una riqueza incalculable; un país, según puede leerse en otra parte de este libro, como el mismo antiguo Egipto.

Imaginémonos ahora que el gran patriarca contaría cuanto vio en Egipto a su hijo Isaac; que éste, a su vez, lo contaría a su hijo Jacob; y Jacob a sus hijos, y entre ellos a José, el más querido de todos. Cuando éramos niños, leímos la historia de José; sigámoslo, pues, ahora, de nuevo, en su triste viaje hacia el país de la esclavitud y de la humillación.

Cambiaron tan poco las costumbres de Egipto durante tan largo período, que bien podemos imaginar que algunos de los objetos pintados de jeroglíficos que hoy vemos en los museos pudieron haber estado en el palacio del rey de quien José era considerado como hijo. Imaginémonos que ambos están discutiendo seriamente sobre los asuntos del Estado; el rey sentado en el trono, llevando negra peluca de pequeños bucles, y trenzas, y José con sus plumas de caña y sus pinturas, leyendo sus memorias en un rollo de papiro. Viene más tarde la acogida conmovedora hecha al anciano padre y a toda su familia, que cruzaron el istmo con todos los bienes que poseían en el mundo para ir a establecerse en la tierra en la cual José desempeñaba tan importante cargo.