La gran cara de piedra que está mirando al mundo hace milenios
La cara mira hacia Oriente, sin que haya experimentado cambio notable en millares de años, si exceptuamos el desgaste consiguiente producido por la acción del tiempo y el daño causado por los soldados mahometanos al servirse de ella como blanco en sus prácticas de tiro. Su aspecto es verdaderamente majestuoso, pero lo que más admira al viajero son los gruesos labios y las facciones modeladas; se la cree anterior a la erección de las pirámides.
Una sorprendente semejanza que pone en conexión aquellos remotos tiempos con los presentes se ve en la estatua de madera de un labrador, gordo y pequeño de estatura, cuyas alegres facciones nos hacen sonreír, aunque sintamos que sus penetrantes ojos adivinarían muy pronto cualquier maldad que intentaran hacer contra él los que estaban a sus órdenes, hace quizá cuatro mil años. Cuando se sacó esta estatua del lecho de polvo y arena en que yació durante tantos siglos, los que presenciaban la operación exclamaron asombrados: “¡Es el jeque del pueblo!” Y desde entonces la estatua ha conservado este nombre.
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