TRES GASES ADMIRABLES


Recordemos lo que acerca de los gases ya sabemos. Cuando examinamos !a materia de que está compuesto el mundo, hallamos que entran en su formación unas noventa clases de sustancias que llamamos elementos químicos, y que cada una de estas sustancias está compuesta de partes diminutas, llamadas átomos. Todos los átomos de un mismo elemento cualquiera son iguales, ya se hallen en una estrella o en la Tierra; y todo lo que caracteriza a un elemento, y lo diferencia de otro, depende de la naturaleza de los átomos de que está formado. Así, el hidrógeno difiere del oxígeno o del oro porque los átomos del primero difieren de los átomos del oxígeno o de los átomos del oro.

El estudio de un elemento se reduce, pues, al estudio de sus átomos, pero debe tenerse siempre presente que todo lo que se dice acerca del hidrógeno en general, depende realmente de la naturaleza de los átomos que lo componen, y esto es cierto tratándose de cualquier elemento. Queremos empezar por el hidrógeno, por ser su átomo el más simple, pequeño y ligero de todas las clases de átomos que conocemos, dato que, si recordamos, nos ayudará a comprender muchas cosas, como, por ejemplo, por qué se emplea el hidrógeno para llenar los globos aerostáticos. En efecto, si se llena un globo con este gas, el globo se eleva rápidamente hasta desaparecer de nuestra vista si el experimento se lleva a cabo al aire libre. Debido a esta propiedad, se usó para llenar los globos de los primeros aeronautas, que ponían una pincelada de aventura en la plácida vida de principios de siglo. También se empleó el hidrógeno para llenar los primeros dirigibles, aquellas majestuosas aeronaves que surcaban airosamente el espacio ante la admiración de nuestros padres y abuelos; pero debido a ser el hidrógeno sumamente inflamable y haber provocado graves accidentes, fue sustituido por el helio, que es el elemento que lo sigue en ligereza, es decir, el menos pesado después del hidrógeno, y que presenta la ventaja de no ser inflamable.

Cuando se halla en cualquier parte del mundo un elemento aislado y sin formar parte de un cuerpo compuesto con algún otro elemento, podemos decir que se encuentra libre. El oxigeno, por ejemplo, se encuentra en estado libre en el aire; y en el mismo estado se halla el oro en sus yacimientos. Ahora bien, lo primero que hay que notar acerca del hidrógeno es que no se puede hallar libre en parte alguna, si no es en casos muy raros y especiales. Entra este elemento en la formación de casi una centésima parte de la materia de la Tierra, por lo que hasta ahora sabemos; para averiguar esto tenemos que analizar toda clase de cuerpos compuestos y hallar hidrógeno en ellos. La razón por la cual el hidrógeno no se encuentra libre, sino siempre en combinación con algún otro elemento, es su grandísima afinidad o inclinación a combinarse con otros elementos, de modo que, en cualquier parte que se halle, se liga con ellos, y por consiguiente deja de ser libre.

Hay un elemento sobre el cual el hidrógeno posee una enorme atracción, y es el oxígeno; el producto que resulta de esta atracción entre el oxígeno y el hidrógeno es el agua. Abunda el oxígeno casi en todas partes, y como hay más del suficiente para combinarse con todo el hidrógeno existente, resulta que no podemos encontrar hidrógeno libre, pues en cualquier parte que investiguemos lo encontramos en combinación bastante estable con el oxígeno.

Tan poderosa es la atracción del hidrógeno sobre el oxígeno, que el hidrógeno libre es el mejor combustible del mundo; y se obtiene mayor calor y fuerza quemándolo, es decir, combinándolo con oxígeno, que quemando cualquier otra cosa, propiedad ésta que se emplea en la soldadura oxhídrica: tiene el solo y gran inconveniente de ser muy costoso, por dar mucho trabajo el conseguirlo en estado libre, esto es, aislado de los otros elementos con los cuales se combina.

Veamos ahora uno o dos modos de obtener hidrógeno libre. Tomemos sencillamente un cuerpo compuesto que contenga hidrógeno, y sometámoslo a un tratamiento que lo obligue a descomponerse y nos permita conseguir hidrógeno solo. Ahora bien, el compuesto más barato que podemos emplear es el agua. Hagamos, pues, pasar una corriente eléctrica a través del agua, y, si lo hacemos debidamente, veremos cómo el agua se descompone en los dos gases, hidrógeno y oxígeno, de que está formada, que podremos recoger separadamente en dos tubos. Llaman los químicos a esta operación descomposición. Ahora bien, debemos tener presente que el agua pura no conduce la corriente eléctrica, así es que, para descomponerla, debemos disolver en ella una sustancia que la haga conductora.