La presidencia de Avellaneda y la campaña al desierto del general Julio A. Roca


La sucesión de la presidencia, al término del período de Domingo F. Sarmiento, fue disputada por el general Mitre y el doctor Avellaneda; obtuvo éste el triunfo en once provincias, en tanto Mitre conquistó sólo tres. El nuevo magistrado tomó posesión de su investidura el 12 de octubre de 1874; el candidato derrotado no aceptó el veredicto de las urnas y se lanzó a la revolución, pero se vio derrotado en La Verde por las tropas leales, aunque sus partidarios constituían un número diez veces superior al de los efectivos gubernamentales.

El gobierno de Avellaneda debió afrontar tres graves problemas: el económico, el del indio del desierto y el de la federalización de la ciudad de Buenos Aires. Todos se solucionaron.

La depresión económica fue al mismo tiempo consecuencia de la guerra del Paraguay y de la crisis mundial; para afrontarla, Avellaneda redujo las importaciones, medida que vino a constituir una especie de barrera proteccionista a cuyo amparo surgieron numerosas industrias nacionales.

El problema del indio pesaba cada vez con mayor agudeza sobre las poblaciones fronterizas, desde poco después de Caseros: el general Mitre fue derrotado por el cacique Catriel, y debió abandonar sus planes sólo tres días después de comenzada la operación; durante el primer año de la presidencia de Sarmiento, se lanzaron doce malones sobre la línea de fronteras; ésta, desde el Colorado, donde se hallaba en 1835, había retrocedido tanto sobre el territorio central de la república que las incursiones depredatorias, en la época a que hacemos referencia, llegaron hasta Rosario.

La solución del problema del indio habría de aportarla una figura ya prestigiosa en las filas del ejército: el general Julio Argentino Roca, quien en líneas generales reprodujo el plan de Rosas de 1833 y llegó hasta las márgenes del río Negro, abatiendo a los indios definitivamente.