Acciones bélicas de Ituzaingó. La presidencia de Rivadavia. La crisis de 1827
Las Provincias Unidas se prepararon para defender su territorio: el ejército de observación, situado sobre las márgenes del Uruguay, fue reforzado y puesto bajo el comando del general Martín Rodríguez; una escuadrilla improvisada se entregó al almirante Brown; se protegió la entrada del Paraná con baterías, y se encomendó al coronel Juan Manuel de Rosas la defensa del Sur. Por esos días, el Congreso sancionaba la llamada Ley de Presidencia (1" de febrero de 1826), por la que se creaba un Poder Ejecutivo nacional, antes de haberse dictado la Constitución que debía reglarlo; pocos días después, Bernardino Rivadavia, designado por el Congreso primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomaba posesión de su investidura. La nueva autoridad fue desconocida por las provincias, y sólo colaboraron con ella para hacer frente a las demandas de soldados y recursos que imponía la guerra contra el Imperio. Durante casi todo el año 1826 las acciones hostiles habían corrido por cuenta de la escuadra; Alvear, designado Jefe del Ejército de Operaciones, fuerte en 5.000 hombres, en su mayoría bisoños, inició su ofensiva a fines de 1826. El ejército imperial doblaba esos efectivos en número y en veteranía. El 17 de enero de 1827 el general Lavalleja, comandante de una de las alas del ejército argentino, derrotó a una división enemiga en Bagué, y sucesivamente el coronel Lavalle y el general Mansilla triunfaron el 13 y el 16 de febrero en Bacacay y Ombú, respectivamente; el 20, Alvear dio el golpe decisivo en Ituzaingó, donde las fuerzas imperiales fueron batidas totalmente. Pocos días antes, el 9, la armada argentina había derrotado en Juncal a las fuerzas adversarias. Alvear se dispuso a ocupar la provincia de Río Grande, y solicitó refuerzos. Pero éstos no llegaron jamás, pues el gobierno hallábase empeñado en hacer la paz con el imperio, con el objeto de emplear todas sus fuerzas en sojuzgar a los pueblos interiores, alzados contra la Constitución promulgada en diciembre de 1826. Rivadavia envió a Río de Janeiro al doctor Manuel J. García con instrucciones de obtener la paz a cualquier precio; García propuso como base el reconocimiento de la independencia de la Banda Oriental, según la sugestión interesada del mediador británico, lord Ponsomby; pero el emperador brasileño, al tanto de la disposición pro paz a toda costa del gobierno de Rivadavia, exigió la reincorporación del Estado oriental a sus dominios. Cuando en Buenos Aires se tuvo conocimiento de los términos de la convención, estalló un violento tumulto popular: Rivadavia tuvo que presentar su renuncia, aceptada en el acto. Se encomendó provisionalmente el Ejecutivo nacional al doctor Vicente López y Planes, quien convocó a elecciones de representantes de la provincia de Buenos Aires; éstos eligieron gobernador al coronel Manuel Dorrego, uno de los más vigorosos opositores de la política del ex-presidente Rivadavia. Todas las provincias del interior restablecieron inmediatamente la cordialidad de sus relaciones con la capital y delegaron en el gobernador Dorrego la conducción de la guerra y la atención de los asuntos exteriores de la nación.
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