El heroico proyecto de los 33 orientales y la guerra contra Brasil


A comienzos de 1825 inició sus sesiones en Buenos Aires el congreso anticipado en el Tratado del Cuadrilátero; a los pocos días sancionó una ley, llamada Fundamental, en la que se anunciaba el propósito de dar constitución al país.

Pero la actividad del congreso pasó pronto a segundo plano, pues un acontecimiento, diríase legendario, electrizó a los argentinos: en abril de 1825 un pequeño grupo de patriotas de la Banda Oriental, que hasta entonces vivieran exilados en Buenos Aires, embarcó en San Isidro y tocó la orilla oriental del Uruguay en el Rincón de la Agraciada, determinado a unir esfuerzos contra el invasor brasileño cuya ocupación del territorio oriental estaba en vísperas de cumplir una década. A los treinta y dos héroes mandados por el general Lavalleja uniéronse multitudes y también, al poco tiempo, el general Rivera. Los destacamentos imperiales fueron sucesivamente batidos; Lavalleja organizó un gobierno provisional en campaña, cuya constitución comunicó al Congreso Constituyente reunido en Buenos Aires. La esperanza, largamente acariciada, de reintegrar la provincia oriental a la unión argentina, provocaba exaltadas manifestaciones populares que recorrían las calles o se agrupaban tumultuosamente en la Plaza Mayor. Esta adhesión argentina a la campaña de Lavalleja llegó al paroxismo cuando se conoció la noticia de que el Congreso oriental, reunido en la localidad de Florida, había declarado el voto decidido de la provincia oriental por la unidad con las demás provincias argentinas, a las que siempre perteneció. El 24 de octubre el Congreso Constituyente sancionó el reconocimiento de la incorporación de la provincia oriental, atento a la voluntad expresada por su pueblo. A esto siguió la declaración de guerra del emperador fluminense, Pedro I, a la Confederación Argentina.