El canal de San Lorenzo es una maravillosa obra de ingeniería


Faltaba mencionar a otro de los grandes canales navegables del mundo, que es uno de los más modernos. En la región de los grandes lagos, en pleno corazón del continente norteamericano, se extiende una vía navegable que recorre unos 600 kilómetros, poniendo en contacto regiones apartadas por más de 3.000 kilómetros de montañas, bosques y llanuras, y une en forma directa la región de los grandes lagos con el océano Atlántico. Esta vía de agua se llama canal del San Lorenzo, por utilizar para su trazado la cuenca y la desembocadura de este gran río canadiense. Con su construcción se realizó un sueño que tenía casi 400 años de antigüedad. En efecto, al canalizarse, a través de enormes desniveles de terreno, cataratas, rápidos y montes, la unión de las aguas de los lagos continentales con el océano, se cumplió con uno de los más grandes anhelos de los colonizadores de Canadá. En los primeros años del siglo xvi el explorador francés Jacques Cartier debió detener su marcha hacia el Noroeste a causa de los rápidos de Lachine, que le impidieron seguir la ruta que se trazara en busca del Paso del Noroeste. Durante los 300 años siguientes fueron construidos numerosos canales para sobrepasar las formidables barreras naturales que se oponían al tráfico de embarcaciones entre los lagos Erie, Ontario, San Francisco, San Luis y la bahía de Montreal. Los primeros canales que se excavaron en el año 1783 tenían escasamente un metro de profundidad, paredes de leños adosados, y eran de muy poca utilidad práctica. Setenta años más tarde los canales tenían ya un promedio de tres metros de profundidad; a principios de 1900 alcanzaban a casi cinco metros. Ésta pareció en esos días una profundidad insuperable. Comparémosla con el actual promedio del canal del San Lorenzo, que tiene aproximadamente 9 metros en sus secciones menos profundas... Esta cifra sola basta para imaginar las dificultades que debieron vencerse para concluirlo.

La primera sección del extenso canal transcontinental, llamada canal Welland, fue inaugurada oficialmente el 6 de agosto de 1932. Une en forma directa los lagos Erie y Ontario, venciendo una diferencia de nivel de casi 100 metros. Tiene una longitud de 44,16 km, y para equilibrar el desnivel de las aguas de los dos grandes lagos utiliza ocho enormes esclusas que trabajan constantemente.

En 1954 se reanudaron los trabajos tras firmarse un acuerdo para la construcción del sector internacional del canal, suscrito entre Canadá y Estados Unidos. En territorio estadounidense se levantan dos grandes esclusas, y este sector proporciona energía eléctrica a ambos países por medio de una modernísima usina hidroeléctrica que aprovecha la caída de las aguas de la represa que debió construirse en la sección de los Rápidos del lago San Lorenzo, entre Canadá y el Estado de Nueva York. En su curso total, el canal del San Lorenzo tiene 15 esclusas, con una longitud promedio de 250 metros cada una, una altura de 9 metros y un ancho de 26, que pese a sus enormes dimensiones -necesitan 100.000.000 de litros de agua para llenarse- pueden ser desagotadas en 8 minutos.

El canal del San Lorenzo ha sido pues un sueño hecho realidad, pero constituye algo más que una imponente vía de comunicación. Es una demostración material de lo que puede lograrse por medio de la cooperación y el esfuerzo de las naciones, cuando se dirigen las miras hacia fines nobles y positivos.