El hilado del algodón y la fabricación de telas
Cuando los fardos o balas de algodón llegan a la hilandería, se verifica su estado, y si contienen humedad quedan almacenados por algunos días en locales muy aireados. En cuanto el algodón está dispuesto para ser trabajado, se trasladan las balas a la cuadra o taller de abridores y batanes, en donde se someten al tren de abrir. El algodón tal como sale de la máquina abridora, dispuesto para empezar a ser hilado, se arrolla en forma de ancha cinta, llamada tela de batán. Se somete luego al batán repasador, que es otra máquina en donde se lo acaba de limpiar, dejándolo blanco como la nieve. De aquí pasa a la carda, de la cual sale también en forma de una larga cinta, llamada cinta de carda, varias de las cuales reunidas pasan por otra máquina llamada manuar o banco de estiramiento, que ejecuta la operación del estirado, gracias a la cual, las cintas adquieren un grueso uniforme, resultando, además, paralelas todas las fibras. A esta operación sigue el estirado y doblado de la cinta que se ha obtenido en las operaciones anteriores. Las hebras de algodón salen de los cilindros en que están arrolladas, pasan por los rodillos que las estiran y se devanan en bobinas.
La primera torsión de la fibra para la elaboración del hilo se efectúa en las mecheras, donde el hilo es devanado en carretes o husos. Después de varias operaciones, los husos se trasladan a las máquinas hiladoras, cuyo complicado mecanismo es muy distinto del de los antiguos tornos de hilar. Hay dos clases de hiladoras, conocidas respectivamente pollos nombres de continua de hilar y selfactina; ambas devanan las hebras y, torciéndolas, las convierten en hilo. Éste se arrolla en husos o carretes, los que son trasladados a las máquinas devanadoras que envuelven con regularidad los hilos, uno al lado del otro, en gruesos cilindros llamados plegadores, y estos hilos así colocados constituyen la urdimbre que, en unión de la trama, formará luego el tejido. Los hilos de algodón de la urdimbre se someten a un apresto, a fin de darles consistencia y hacerlos lo suficientemente flexibles para ser tejidos. Para lograr esto, se los hace pasar por unas artesas especiales que contienen una mezcla de cola y otros ingredientes. Al salir la urdimbre de la máquina de encolar, pasa por rodillos cubiertos de franela y cilindros calentados al vapor. Algunas veces, en lugar de esos cilindros, y con el mismo objeto, se emplean cámaras de aire caliente, en donde se seca la urdimbre, que luego se arrolla nuevamente en los rodillos. Los grandes rollos de urdimbre, llamados enjulios, pasan entonces a manos de los obreros que ejecutan la operación llamada atado, la cual consiste en recoger los hilos c introducir sus cabos en los lizos, dejando así la urdimbre en disposición de pasar a los telares.
Un obrero se hace cargo del enjulio; lo monta en el telar, lo pone en marcha y vigila su funcionamiento. En el telar los hilos de algodón se entretejen formando una pieza. Mientras se teje, la tela va arrollándose en un cilindro o rodillo, luego se seca y se dobla mecánicamente, con lo cual está en disposición de ser entregada al comercio. Gran parte de los tejidos de algodón se estampan con dibujos en colores o se tiñen con los más diversos tonos, con lo que se da por finalizado el proceso de la fabricación. Plegada ya una longitud determinada de tejido, constituye lo que llamamos una pieza. Cada una de ellas es examinada por un repasador, quien comprueba si tiene algún defecto. Terminada la pieza se somete a la acción de una poderosa prensa para que ocupe menor espacio. En algunas fábricas se examinan los rollos antes de plegarlos, por si tuvieran fallas. A fin de que las piezas no puedan luego desdoblarse, se procede a coserlas por los extremos. Después de esta serie de transformaciones sucesivas, las piezas son almacenadas, dispuestas ya para la venta. Pero no todo el tejido de algodón se almacena; gran parte sale directamente de la fábrica para su remisión a países donde no existe tal industria.
El proceso que hemos descrito en forma tan somera es el que se realiza en los modernos telares mecánicos. En muchos países subdesarrollados, todavía existen muchos telares de mano, que en las naciones más adelantadas solamente se utilizan en las industrias domésticas; con ellos los tejedores fabrican la tela del mismo modo que nuestros antepasados, siglos ha.
El hilo que se usa ordinariamente para coser está hecho de algodón fino. Ciertas clases de hilos se componen de hasta seis cabos o hebras, esmeradamente retorcidos entre sí, para que sean bien resistentes.
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