DOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: EL TELÉFONO Y EL TELÉGRAFO


Cuando pronunciamos una palabra hacemos vibrar el aire; cada sílaba distinta imprime a éste una vibración peculiar. A estas vibraciones del aire les damos el nombre de ondas sonoras. Pero las ondas sonoras no pueden transportar el sonido demasiado lejos; por eso el hombre ha creado ese maravilloso medio de comunicación que es el teléfono. Pero el prodigio del teléfono no radica sólo en que puede transmitir la voz humana a millares de kilómetros; lo admirable es que puede hacerlo instantáneamente y reproduciendo las palabras con el mismo acento con que son pronunciadas. Cuando hablamos por teléfono conocemos enseguida la persona con quien estamos en comunicación, reconocemos su voz. Tratemos de explicar esta admirable maravilla. Decíamos que cuando hablamos hacemos vibrar el aire; en efecto, nuestra voz produce en el aire ciertos movimientos, a los que se llama ondas. Oímos porque estas ondas, al llegar a nuestros oídos, chocan contra nuestros tímpanos y los hacen vibrar. Ahora bien, cuando hablamos por teléfono las ondas sonoras también hacen vibrar el diafragma del micrófono telefónico. Los movimientos de dicho diafragma introducen modificaciones en la intensidad de la corriente eléctrica que circula por un conductor que llega hasta el auricular del teléfono con que nos hemos comunicado. Así pues, hasta aquí podemos decir que nuestras palabras se han transformado en impulsos eléctricos; veamos ahora cómo estos vuelven a transformarse en palabras. En el auricular telefónico toda modificación de la corriente eléctrica que circula por él, da origen a un campo magnético que, a su vez, puede atraer al disco metálico llamado diafragma del auricular. Ahora tenemos todos los elementos para dar una explicación completa. En efecto, en el micrófono del teléfono los sonidos que emitimos se transforman en impulsos eléctricos, los cuales son conducidos mediante un conductor hasta el auricular del teléfono con que nos hemos comunicado. Allí, los impulsos eléctricos se transforman en un campo magnético que produce vibraciones en el diafragma del auricular, debido a las variables atracciones de dicho campo. Por último, las vibraciones del diafragma ponen en movimiento al aire, es decir, generan ondas sonoras. Y es claro que la vibración imprimida al aire es exactamente igual a la que recibió de nuestra voz, reproduciendo con precisión y exactitud las mismas palabras que nosotros hemos pronunciado frente al receptor.