Visita imaginaria a una vieja central telefónica


Aunque la explicación anterior nos enseña en qué consiste el teléfono, poco nos dice acerca de cómo se establece una comunicación telefónica. Para esto supongamos que realizamos una imaginaria visita a una antigua central telefónica. A fin de estar frente a un caso sencillo, supongamos que dicha central no sea automática. Lo primero que veríamos en tal visita serían las paredes cubiertas de cuadros de distribución, llenos de pequeños orificios que les dan el aspecto de un panal de abejas. Cada uno de estos agujeros tiene asignado un número, y sobre ellos se ven unos botones de cristal deslustrado, que llevan asimismo su respectivo número. Frente a estos cuadros se sitúan las personas encargadas de manejarlos.

Estas personas tienen fijos a los oídos dos auriculares o receptores telefónicos y ante sus labios un transmisor; estos aparatos no los apartan de ellas mientras están en servicio, y así las manos les quedan libres.

Tan pronto como una persona toma en sus manos el auricular del teléfono que tiene instalado en su casa u oficina, enciéndese uno de los botones deslustrados del cuadro de distribución; la telefonista ve la luz, mira el número que tiene escrito debajo y coloca una clavija en el orificio que ostenta en el tablero el mismo número, quedando de esta suerte establecida la comunicación entre el transmisor del abonado y el receptor de la telefonista, y ya puede aquél decir a ésta el número del aparato con el que desea comunicarse. Una vez que se le ha comunicado el número, procede la telefonista a colocar otra clavija, conectada con la primera, en el orificio que tiene el número que se le ha indicado. Entonces, por medio de un botón que aprieta la telefonista, o bien automáticamente, suena la campanilla del teléfono del segundo abonado, acude éste a contestar al aparato, y ya puede hablar directamente con el primero. Cuando han terminado su conversación y dejan sus respectivos aparatos, apágase la luz de los botones y la telefonista retira las clavijas, quedando interrumpida de nuevo toda comunicación.

En las modernas centrales telefónicas, toda la tarea que, según vimos, realiza la telefonista, se ejecuta por sí sola, esto es, automáticamente. Es el mismo abonado quien dirige las operaciones al realizar el discado de los números.

Las comunicaciones de larga distancia se realizan por radiotelefonía, que cambia los impulsos eléctricos en ondas de radio. Así se establece comunicación con lugares hasta donde no llegan los cables, como ser buques en alta mar, aviones y automóviles.