El hermoso nogal blanco americano posee madera muy útil


No es precisamente de los ataques de los pajarillos, sino de los dientes de ciertos animalillos roedores de quienes tratan los nogales de preservar su rico y dulce fruto; aunque tampoco deben de conseguirlo del todo, ¡a juzgar por el número de cáscaras rotas y vacías que suelen verse a su sombra, indicando que un grupo de graciosas ardillas acaba de pasar por allí.

Sin embargo, comer el fruto del nogal blanco o pacana debe ser un problema hasta para los afilados dientes de una ardilla roja. Porque, al caer del árbol, dicho fruto presenta una carnosa envoltura exterior, y al desaparecer ésta, queda una nuez oblonga, de unos tres centímetros de largo, cubierta de una cáscara que forma relieves grandes y muchos otros chiquitos, y tan dura, que trabajo: le ha de costar a la ardilla hincarle el diente.

Blandas durante todo el verano, y de color verde al principio, las nueces han ido madurando, apiñadas en el extremo de las ramas, junto a las grandes hojas, que están divididas en numerosas hojuelas. De este hermoso árbol se obtenía antiguamente un tinte de color moreno: algunos afirman que era de la cáscara de nuez, que realmente mancha los dedos, mientras otros sostienen que lo producía la corteza interior del nogal. La madera, en efecto, presenta un color moreno pálido, y se emplea para decorar el interior de las habitaciones, y en la construcción de muebles.

Otro nogal americano, de la! zona boreal, es el nogal negro, árbol de gran tamaño, con la corteza sumamente rugosa, hojas grandes  compuestas de numerosas hojuelas vellosas en su cara inferior; el fruto es una drupa globosa, y la nuez tiene cáscara leñosa. Este árbol se cultiva como forestal de gran valor y como ornamental por su magnífico aspecto.

Se llama nogal criollo a un. gran árbol que crece en América del Sur y que es altamente estimado como forestal de valor por su fina madera.

Algunas tribus de indios de América, al concluir sus provisiones; para el invierno, comían la corteza tierna de ciertos árboles. La más apreciada de ellas era la corteza interior, azucarada e impregnada de savia, de los grandes álamos que crecían junto a los ríos. El arce azucarero y otras especies prestaban idénticos servicios.

A un grupo de exploradores que llegaron hasta la costa del Pacífico les ofrecieron los indios un manjar muy raro, parecido a la corteza fibrosa del coco, y al probarlo, descubrieron que era corteza de árbol puesta a secar y empapada en aceite de salmón, rancio para colmo de males.

Entre los álamos se destaca el de Canadá, de copa piramidal, con las hojas aserradas y las flores masculinas reunidas en inflorescencias llamadas amentos. El álamo de Carolina es un árbol de amplia copa, porte elevado, grandes hojas, y amentos masculinos gruesos y de color rojo, que se cultiva mucho en parques y plazas.

La madera de los álamos, por ser blanda y poco resistente, no se emplea para construcción, pero resulta excelente para fabricar papel.