LOS MAMÍFEROS ALADOS Y LOS QUE ESCARBAN LA TIERRA


Algunas de las cosas más comunes que hay en el mundo son precisamente las más interesantes y maravillosas. Consideremos los misterios que encierra el campo en un atardecer de estío. El sol se ha ocultado tras el horizonte; ha salido la luna y empiezan a brillar las primeras estrellas. Las aves están ya en sus nidos y, sin embargo, vuelan por el aire unas formas oscuras que se ciernen sobre las viviendas. ¿Qué animales serán éstos que se echan a volar a unas horas en que todas las aves, exceptuando los búhos y algunas otras especies también nocturnas debieran estar durmiendo?

Por su tamaño, no pueden ser mochuelos; al observar su vuelo sesgado cualquiera los tomaría por golondrinas. Nos figuraremos, con seguridad, que se trata de alguna especie rara de aves nocturnas. Pero no son aves, sino murciélagos, uno de los grupos más extraños de seres que existen en la Naturaleza.

A primera vista podría parecemos que el murciélago, puesto que vuela, ha de ser un ave, pues los sabios, durante muchos siglos, también creyeron que lo era. Y, sin embargo, no es un ave, sino un mamífero como el mono, el caballo o el león. Se llaman mamíferos todos los animales cuyas hembras dan de mamar a sus hijos.

Las aves ponen huevos y nutren desde el primer momento a sus hijuelos con insectos u otros alimentos que recogen en el campo; mientras que la hembra del murciélago no pone ningún huevo y alimenta a sus pequeños con su leche, lo mismo que las ovejas y otros animales mamíferos amamantan a sus hijos.

El murciélago es uno de los animales a los cuales se considera como intermediarios entre los que vivían en épocas remotas y los que vemos ahora.

Los partidarios del transformismo, o sea de la hipótesis basada en que todas las especies animales provienen de un corto número de tipos primitivos, suponen que todos los animales eran acuáticos y que los primeros seres que empezaron a vivir en la superficie de la tierra tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones, y algunos de ellos adquirieron gradualmente la facultad de trepar, de dar saltos o de volar, para huir de sus enemigos o perseguir a su presa. De este modo, transcurrieron muchos siglos, y aparecieron las primeras aves, que iban provistas de grandes dientes, como el llamado arqueoptérix o sea “ala primitiva”, del que tratamos en otra página. Los murciélagos se originaron, tal vez, en aquella misma época y tienen dientes agudos y fuertes, como los de un gatito.

La particularidad más curiosa que ofrece el murciélago está en sus alas, formadas por una membrana delicada o repliegue de la piel que le sale del cuerpo como la tela de un paraguas. Suprimida esa membrana, no queda sino un animalito con dos extremidades anteriores y dos posteriores; pero, si bien posee el mismo número de dedos que nosotros, la conformación de estos dedos es muy rara en las manos. El pulgar es corto, y tiene una uña a modo de gancho que el murciélago utiliza para andar, o para colgarse de cualquier objeto cuando quiere descansar y ha replegado sus alas.