La mosca doméstica contamina los alimentos y propaga diversas enfermedades
No es preciso salir de casa para hallarse con una de las plagas más grandes que se conocen: la mosca.
Lo único que puede decirse en favor de las moscas es que fuera de las casas actúan de basureras, pues sus larvas se comen toda clase de inmundicias que, a no ser por ellas, llenarían el aire de miasmas nocivos. Pero en los países civilizados no debe confiarse en tales recursos, que son propios de salvajes. Las moscas propagan muchas enfermedades, contaminando nuestros alimentos. En la época en que más abundan, es decir, a fines del verano, envenenan la leche y los demás alimentos que toman los niños, causando innumerables desgracias. En una gran ciudad inglesa donde había, hace algún tiempo, mucha gente pobre, el municipio calculó que resultaría más económico distribuir gratuitamente leche pura y preservada de toda contaminación por parte de esos insectos, que sufragar los gastos del entierro de tantas criaturas, cuya muerte debía atribuirse a los hábitos asquerosos de las moscas.
No hay nada que les repugne. Se posan sobre el estiércol y sobre las sustancias en putrefacción, y se llevan porciones de ellas adheridas a las patas, para luego depositarlas sobre el azúcar, la leche y todo género de comestibles que encuentren en las casas. Uno de los mejores modos de disminuir el peligro que constituyen las moscas, es cuidar de que el suelo de las habitaciones permanezca lo más limpio posible.
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