¿Por qué nos sigue en el mar el reflejo de la luna?


Ésta es una cuestión que suele intrigar muchísimo a las gentes. Parece como si, en cualquier lugar de la playa en el que nos coloquemos, la Luna proyectase sus rayos sobre el mar, precisamente enfrente de nosotros, y si nos movemos se nos figura que altera la dirección de su luz para seguirnos. Pero, si hay dos personas juntas, y una se mueve y la otra no, ambas siguen contemplando en el mar el reflejo de la Luna. Y si colocásemos una hilera de personas a lo largo de la orilla del mar, todas ellas verían dicho reflejo al mismo tiempo, y tendrían que convenir en que todo el mar, y no solamente la línea que une a cada una de ellas con la Luna, se encuentra iluminado por ésta. Y así ocurre, en efecto; toda la superficie del mar se encuentra tan espléndidamente iluminada como la línea de reflejo que vemos. Cuando la luz incide sobre la superficie del mar es reflejada por ésta, y prosigue su camino según otra línea recta, lo mismo que una pelota cuando se la arroja sobre una superficie lisa.

Por eso nuestros ojos recogen los rayos que, después de ser reflejados por el agua, parten en la dirección de ellos, y no los que son reflejados en otras direcciones; y si nos movemos hacia uno u otro lado, recogerán los rayos que habían partido en otras direcciones y nos parecerá que la línea de luz se mueve, porque cuando nos movemos nosotros vamos viendo otras nuevas. Esta línea es más ancha cuando el mar está embravecido, porque entonces las olas forman ángulos que reflejan la luz de la Luna en distintas direcciones, y es mucho mayor el número de rayos que llega a nuestros ojos. Por esta misma razón vemos con bastante frecuencia destellos del Sol o de la Luna, sobre el agua, separados por completo de la línea principal; porque, por un momento, una ola, sirviéndonos de espejo, ha reflejado la luz de dichos astros en nuestra dirección.