¿Por qué nos parece que la luna se traslada con nosotros cuando caminamos?


La Luna y otros astros del cielo, están tan lejos de nosotros, que cuando andamos no nos es posible apreciar cambio alguno en nuestra situación respecto de ellos. Cuanto más próximo se encuentra de nosotros un objeto, más fácilmente apreciamos nuestros cambios de posición respecto de él, como podemos comprobarlo sin esfuerzo comparando las diversas cosas que vemos cuando viajamos en un ferrocarril. Los postes del telégrafo pasan ante nuestros ojos con rapidez vertiginosa; los campos ya no corren tan de prisa; los árboles que vemos en el horizonte parece casi que caminan con nosotros; y la Luna y el Sol nos producen exactamente el mismo efecto que si marchasen en nuestra compañía, con velocidad idéntica. Sólo cuando el camino tuerce, o el tren recorre una curva, es cuando nos parece que dejamos atrás estos astros. La explicación de este raro fenómeno es sencillamente que nuestros ojos no juzgan por las distancias reales, sino por la magnitud del ángulo óptico. Para la debida inteligencia de lo que explicamos, debemos recordar que la magnitud de un ángulo nada tiene que ver con la longitud de sus lados, sino que se relaciona con la separación o abertura de éstos.