¿Qué sucedería a la vida si la Tierra pasara a través de la cola de un cometa?


El paso del globo terráqueo a través de gases extremadamente rarificados como los que forman los apéndices cometarios sólo puede ser un inofensivo episodio. Sin embargo, a veces las colas encierran, como el espectroscopio lo ha revelado, gases tóxicos. Éste fue el caso del cometa Halley, cuya cola presentaba débiles vestigios de cianuro de potasio, sustancia particularmente venenosa.

El descubrimiento de este gas impresionó profundamente la imaginación popular y terminó por crear un verdadero pánico cuando se difundió el rumor de que la cola del famoso cometa barrería, el 20 de mayo de 1910, el segmento de la órbita terrestre donde en ese momento la Tierra debía pasar. Una ola de angustia cubrió al mundo. En vano los sabios se esforzaron por disipar tal psicosis colectiva, que alcanzó su mayor expresión en parte de la población de los Estados Unidos de América.

La fecha fatal llegó. La cabeza del cometa citado se encontró aquel día a una distancia de la Tierra sesenta veces superior a la que nos separa de la Luna, y su cola, de 48.000.000 de kilómetros de largo, cubrió parte de la órbita terrestre. El globo debía sumergirse en ella, si las previsiones eran exactas, a las cuatro horas veinticinco minutos de la mañana. La hora llegó y pasó. Nada ocurrió. Sólo una ligera fosforescencia en el cielo y una pequeña elevación de la tensión eléctrica de la atmósfera señalaron el acontecimiento que provocara tanto miedo. La cola del cometa Halley no mató ni a una mosca.

Durante y después del paso las investigaciones más cuidadosas fueron incapaces de descubrir los menores vestigios de cianuro de potasio en la atmósfera terrestre. El resultado ya había sido previsto por los estudiosos. Dada la inimaginable rarefacción de la materia caudal del cometa, se puede afirmar, sin exageración, que un bastón de cera hubiera penetrado más fácilmente en un bloque de acero que la cola del cometa Halley en la acorazada atmósfera de la Tierra. En efecto, la tenuidad del gas cometario es tal que el vacío producido bajo la campana de vidrio de la mejor máquina neumática es, todavía, mil veces más denso que ella.