¿Puede evitarse la interferencia entre las ondas de radar que se envían y las que se reflejan?
Si los haces de ondas electromagnéticas que emite el radar fueran enviados sin intermitencias, interferirían con aquella pequeña fracción de los mismos que rebota después de chocar con un objeto. Para evitar esta confusión, los transmisores envían sus potentes haces con breves intervalos, llamados pulsaciones. El eco es recibido durante el tiempo que media entre el fin de una de esas pulsaciones y el comienzo de la siguiente. Generalmente cada pulsación tiene una duración de uno o dos millonésimos de segundo, y algunos miles de ellas son enviadas por segundo, concediendo cada pulsación el tiempo suficiente para recibir el eco completo. La antena desde la cual las ondas electromagnéticas son emitidas gira en todas direcciones y muy lentamente en relación con la velocidad de las ondas. Desde su posición, en todo instante, la dirección de cada onda reflejada es fácilmente descubierta. Así vemos que el radar puede hacer algo más que revelar simplemente la existencia de un objeto invisible: da también la dirección y la distancia a que se halla. Si el objeto es una montaña y nosotros volamos a baja altura, nos indicará hacia dónde no debemos dirigir el avión. Si estamos en un barco, en plena noche, puede anunciarnos la proximidad de un iceberg que flota a pocos kilómetros. Puede, además, atravesar la más densa de las nieblas, y permitir que un barco continúe su marcha con la velocidad normal. El radar indica cuando algo se ha cruzado en la ruta, aunque sea a muchos kilómetros de distancia. Por ello es como un ojo mágico que puede ver a través de las espesas cortinas que tiendan en torno de un barco o de un avión las más densas nieblas o, también, la más cerrada de las noches.
Pagina anterior: ¿Qué sucedería a la vida si la Tierra pasara a través de la cola de un cometa?
Pagina siguiente: ¿Se puede medir las distancias por medio del radar?