¿Sienten los animales el dolor igual que nosotros?
No es posible contestar a esta pregunta de una manera directa, pues no hay medio de comparar nuestras propias sensaciones con las de ellos. Nadie puede sentir los dolores ajenos; y por eso, cuestiones como la presente sólo pueden juzgarse de una manera indirecta.
Esto no obstante, es indudable que los animales son mucho menos sensibles al dolor que nosotros. Aun entre las mismas personas el grado de sensibilidad para el dolor es muy distinto. Los niños, y muy en especial los recién nacidos, deben ser probablemente mucho menos sensibles a él que los adultos, aunque pueda parecemos lo contrario por el hecho de que éstos saben resistir y disimular mejor sus efectos.
Las mujeres son, al parecer, menos sensibles al dolor que los hombres. Bien sabido es que pueden beber líquidos o sostener en sus manos platos mucho más calientes que los hombres, sin experimentar tanto dolor como éstos. Las razas humanas primitivas difieren inmensamente de nosotros en este particular. Por ejemplo, un negro es capaz de cortarse y mutilarse el cuerpo, sin que a menudo le produzca gran efecto, ni que casi conceda importancia al hecho.
Del mismo modo, observamos que los animales son mucho menos sensibles al dolor que nosotros. Un latigazo, que a nosotros nos haría saltar de dolor y dejaría su señal en nuestras carnes por espacio de muchos días, produce en un caballo un efecto muy distinto; y todos sabemos que algunos animales siguen comiendo tranquilamente sin volver siquiera la cabeza, cuando les abren una vena.
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