¿Qué se hace de la luz cuando se extingue?


Debemos considerar la luz como una especie de energía, como una especie de agitación llena de fuerza, que se efectúa en el éter. Es una cosa que camina con una velocidad portentosa, e incapaz de permanecer en reposo. Cuando tenemos una luz fija dentro de una habitación, no es que allí haya una cosa que se llame luz, que permanezca en reposo, sino que, de millonésima en millonésima de segundo, se produce constantemente nueva luz; de suerte que no es posible guardar la luz en un cuarto, como guardamos otra cosa material cualquiera. Si, por ejemplo, introducimos un montón de arena en una habitación, allí permanecerá en el suelo mientras algo no lo remueva; pero la luz no permanece en parte alguna; está siempre en movimiento; y para que haya una luz fija en un lugar cualquiera es preciso que exista una fuente que la produzca sin cesar, de momento en momento, pues, de lo contrario, se extingue.

Cuando dejamos a oscuras una habitación, cortamos esta fuente de luz, y la luz producida un instante antes, se ha marchado. Ahora comprendemos por qué. Pero esta pregunta es interesantísima, y apenas si se le ocurre a nadie formularla. Nada se pierde enteramente, y por eso la energía que produjo la luz no se pierde tampoco, aunque la habitación se quede completamente a oscuras. Si pudiéramos seguirle las huellas, veríamos que se ha transformado en otras cosas, tales como calor, que se nos muestra en todos los objetos que ha alumbrado, no sólo en las paredes y los muebles de la habitación, sino en el aire también; se ha transformado asimismo en la energía que determina alteraciones químicas, y por eso vemos que las alfombras y cortinas palidecen bajo su influencia.