¿Por qué son venenosas algunas sustancias y otras no?


Para contestar a esta pregunta de un modo categórico y completo, sería preciso que supiésemos todo cuanto se relaciona con la vida. O, dicho de otro modo, para saber por qué causan la muerte ciertas cosas, sería necesario saber lo que es realmente la vida. Ahora bien, conocemos lo bastante acerca de algunos hechos importantes de ésta, para poder explicar por qué son venenosas ciertas sustancias. Sumamente interesante es el hecho de que muchas de las cosas que son venenosas para nosotros, lo son también para toda clase de animales y plantas: lo mismo para el hombre que para el gusano, para la encina que para el microbio. La sustancia activa que constituye la parte viviente de éstos y de todos los seres dotados de vida se llama protoplasma, y los venenos que destruyen todas las formas de vida se conocen con el nombre de venenos protoplásmicos. Su dosis mortal varía, y algunos de ellos, administrados en cantidades muy pequeñas, constituyen valiosos medicamentos. Los venenos protoplásmicos más conocidos son el ácido prúsico, el arsénico, el fósforo, el alcohol y el cloroformo.

La primera y más urgente necesidad de la existencia es respirar: por eso no ha de causarnos sorpresa que todos estos venenos afecten a la respiración, esto es, no sólo al fenómeno de ingreso del aire en los pulmones, sino a la respiración real o combustión que se efectúa en los músculos. en las hojas, en los microbios y en cualquier otra criatura viviente. Y se observa que, de diversas maneras y grados, los venenos protoplásmicos impiden la oxidación, o combustión, o respiración de las células activas.

El ácido prúsico, el alcohol y el cloroformo paralizan el centro nervioso cerebral que preside las funciones de la respiración, e impiden, además, que el oxígeno se escape de las células rojas de la sangre. Lo sujetan, por decirlo así, a estas células, de tal modo que las que lo necesitan realmente son asfixiadas y mueren.