¿Hay en los átomos algo parecido a la actividad vital?


Hace muchos años, cuando por primera vez los físicos y químicos probaron que la materia estaba compuesta por átomos, se creyó que estas partículas eran algo así como granitos infinitesimales de materia, pero sólidos e indivisibles. Nadie imaginaba, por aquellos tiempos, que los átomos eran complejas organizaciones que ni siquiera están en reposo sino que poseen complicados y vertiginosos movimientos.

A raíz de esta característica dinámica de todos los átomos, durante algún tiempo se habló de la semejanza con un organismo viviente. Efectivamente, el movimiento es una característica importante de los seres vivos: nada, naturalmente, menos estable que una planta o un animal: todos sabemos que están en perpetua transformación.

Además del movimiento, existe otra similitud: hasta cierto punto se puede decir que los átomos nacen y mueren; un átomo de radio, por ejemplo, que se desintegra paulatinamente hasta transformarse en plomo, puede ofrecer cierto parecido con las especies animales que evolucionan.

Sin embargo, hay que cuidarse de llevar esta comparación demasiado lejos. Un átomo no tiene vida, y éste es el hecho decisivo que lo diferencia de un animal, de una planta, de un microbio. Ese misterioso fenómeno de la Naturaleza que la ciencia ha designado con la palabra vida es totalmente ajeno a los átomos. No sabemos todavía qué es la vida, pero sí sabemos a ciencia cierta que no se encuentra en los átomos sino en los llamados "organismos"; por eso el mundo de los seres vivos se llama también mundo orgánico; en tanto que los átomos pertenecen al llamado mundo inorgánico, al que también pertenecen las piedras, los cristales, los metales, etc. Cuando hablamos, pues, de la "vida" de los átomos, hablamos en sentido metafórico, sin que con esas expresiones se quiera asimilar el mundo de lo inorgánico con el de lo orgánico; simplemente nos valemos por extensión de términos cuyo uso está generalizado, a falta de otros más precisos, para designar el conjunto de fenómenos propio del mundo de los átomos.