¿Es el cerebro de un hombre de gran talento mayor que el del hombre de menor talento?


No es tan fácil responder a esta pregunta como a primera vista parece. Es indudable que las razas más evolucionadas del género humano tienen el cerebro mayor, por regla general, que las primitivas, pero, si queremos profundizar más en este asunto, tropezamos enseguida con grandes dificultades. Entre personas de la misma raza, una que posea un gran talento puede tener el cerebro menos voluminoso y pesado que otra que no pase de ser una medianía y aun absolutamente negada de entendimiento. Esto ha sido un enigma por espacio de mucho tiempo; pero hoy se explica de un modo satisfactorio.

El medir y pesar el cerebro entero es un error que no puede admitirse como prueba decisiva. Existen en su interior ciertas cavidades cuya magnitud varía de unos individuos a otros, así como el peso de su contenido. Además, la cantidad de lo que pudiéramos llamar relleno del cerebro, parece que es también variable según las distintas personas.

Lo que influye en realidad son las células nerviosas, que radican en la sustancia gris de la superficie del cerebro, y cada vez que éste se pliega, la sustancia gris se interna en sus dobleces; de suerte que un cerebro muy pequeño, pero provisto de numerosos repliegues, puede tener en realidad mayor cantidad de sustancia gris que otro grande y más liso. También el espesor de la capa de sustancia gris varía de unos individuos a otros, y aun de unas regiones a otras en el mismo cerebro.

Si fuese posible medir solamente las partes del cerebro que influyen en el talento de las personas, tal vez no fuera difícil encontrar una relación entre el tamaño de aquél y la capacidad del intelecto. Para esto, sin embargo, sería necesario contar el número de células nerviosas que contiene cada cerebro; y tal vez ni aun así lográsemos llegar al fondo del problema, pues es más que probable que unas células sean mejores o más completas que otras.