¿Por qué la trompa de un fonógrafo resuerza el sonido?
La misma pregunta puede hacerse de distintos modos: ¿A qué se debe, por ejemplo, que el tornavoz de un pulpito aumente la intensidad de la voz del predicador? ¿Por qué resulta más intenso el sonido de un piano de cola cuando se abre la tapa, sobre todo en la dirección de la abertura? ¿Por qué es más fuerte la voz de un cantante cuando mantiene la lengua en la parte inferior de la boca?
La explicación de todos esos fenómenos se funda en el mismo principio; podemos citar casos parecidos tratándose de la luz, como cuando se coloca un espejo cóncavo detrás del foco de una linterna mágica, o un sistema complicado de espejos detrás de la lámpara de un faro.
Lo que ocurre es que el sonido o la luz son reflejados en la dirección precisa que deseamos. Según las leyes acústicas, cuando en un punto cualquiera se produce un sonido, las ondas se propagan igualmente en todas direcciones con la misma rapidez e intensidad; pero las ondas sonoras, como las luminosas, pueden ser reflejadas, y si queremos que un sonido se oiga más intensamente en un punto determinado, es preciso que lo reflejemos en dirección a ese punto. No es que podamos intensificar el sonido, pero podemos lograr que en el sitio deseado se concentren las ondas sonoras, en vez de desparramarse.
El principio es aplicable a un sonido que se aleja, lo mismo que a uno que se acerca.
Se emplea la trompa para reforzar el sonido del fonógrafo, del mismo modo que se usa un portavoz para hacerse oír a bordo de un barco en alta mar o cuando se trata de dirigir la palabra, al aire libre, a una multitud. Por otra parte podemos aplicarnos una trompetilla al oído, como lo hacen los sordos, y conseguir así que sean reflejadas hacia el interior del conducto auditivo muchas ondas sonoras que de otro modo se hubieran perdido. Nuestras propias orejas sirven, hasta cierto punto, de apropiados colectores de ese género.
La producción de los ecos por medio de las paredes es parecida al efecto de las trompas y trompetillas, sólo que, cuando la pared se halla a cierta distancia, el sonido reflejado tarda tanto en llegar que lo oímos después del primero, es decir, que se perciben dos sonidos distintos. Las paredes pueden serle de utilidad a un orador si están situadas muy cerca de él, pero sólo en este caso.
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