¿Hay algo que corra con mayor rapidez que el pensamiento?


Algunas veces decimos “con la rapidez del pensamiento”, como dando a entender que el pensamiento es la cosa más veloz que existe; pero esto no es exacto. Cuando pensamos, ciertas ondas de algo que nos es desconocido -llamémoslas corrientes nerviosas- recorren los nervios hasta llegar al cerebro. Así pues, si deseamos medir la velocidad del pensamiento, el mejor sistema es medir la velocidad con que las corrientes nerviosas recorren nuestros nervios.

Esto no es posible hacerlo directamente en el cerebro de ninguna persona; pero sí por otros medios. Podemos tomar un nervio largo, de los que tenemos en los brazos o en las piernas, y, por medio de relojes eléctricos en extremo delicados, podemos averiguar con qué velocidad transmite los mensajes recibidos; de este modo se ha encontrado que lo hace con la velocidad de un tren expreso, la cual es muy lenta comparada con la de la Tierra, y más lenta aun si la ponemos en parangón con la de la luz. Así pues, la frase “con la rapidez del relámpago” indica una rapidez mucho mayor, millones de veces, que la ya citada, “con la rapidez del pensamiento”.

Podemos hacer otra cosa, y es averiguar cuánto tarda una persona en distinguir un color rojo y otro azul, por ejemplo. Cuando vea el color rojo, tiene que hacer cierta cosa, y cuando el azul, otra distinta, con la mayor rapidez que le sea posible. De este modo podemos medir exactamente el número de centésimas de segundo que tarda en ello; y restándole el tiempo que la corriente nerviosa invierte en ir y volver del cerebro, veremos que la mayor parte del lapso cronometrado lo empleó dicho centro en pensar. Dedúcese de aquí, por tanto, que el pensamiento no es realmente una cosa muy veloz, si bien se analiza.