¿Quién asignó a las estrellas los nombres que tienen?


En la actualidad se conoce un número enorme de estrellas -centenares de millones-, y las pequeñas (o, por mejor decir, las menos brillantes, porque si las vemos más pequeñas es porque están muy lejanas) tienen sencillamente asignado algún número o letra, como los automóviles, a fin de poder identificarlas. Pero las estrellas brillantes han sido conocidas desde tiempos muy remotos, desde 10.000 años antes, por lo cual se ha perdido el origen de sus denominaciones, juntamente con los nombres de los que se las pusieron.

Algunos de estos nombres son árabes, griegos, o latinos, pero, con seguridad, muchos de ellos son mucho más antiguos que los astrónomos de estos pueblos, los cuales los aprenderían probablemente de sus predecesores, como nosotros los aprendimos de ellos. Una estrella que posee un nombre en extremo interesante es la Estrella Polar, que podemos ver en otra página, la cual nos indica la dirección del Norte. Nadie sería capaz de decir el número de millones de inquietos navegantes que durante millares de años han contemplado con ojos satisfechos, y a veces con ansiedad, esta bendita estrella, que les enseñaba la ruta que debían seguir para regresar a sus hogares cruzando los ignorados océanos; y es seguro que todos ellos la habrán denominado siempre con la misma palabra que en sus respectivos idiomas designara el Norte. Los orígenes de los nombres de las principales estrellas, como Aldebarán y Sirio, se pierden en la noche de los tiempos. Al equivale, en árabe, a nuestro artículo definido, y la mayor parte de las palabras que en español empiezan por al son de origen árabe.